Pese a tratarse de un asunto que siempre ha estado presente en la sociedad, las fake news se han convertido en los últimos años en un fenómeno masivo a escala internacional gracias al poder expansivo de las redes sociales y los medios digitales (Gómez-Calderón, 2020). Su incidencia en la opinión pública ha vuelto a quedar demostrada a raíz de la pandemia del COVID-19 (Brennen et al., 2020; Jurkowitz y Mitchell, 2020; Sánchez-Duarte y Magallón, 2020). Ya sea por desconocimiento o por una intencionalidad de la fuente de origen, desde el nacimiento de este virus se han contabilizado innumerables bulos que han dado pie paralelamente a una “epidemia” informativa o “infodemia” (Moreno-Castro et al., 2020; Salaverría et al., 2020; Sánchez-Duarte y Magallón, 2020), caracterizada por la difusión indiscriminada de mensajes tóxicos, manipuladores y falsos cuya credibilidad podría repercutir en un aumento de la propagación del COVID-19 o incluso agravar la situación de muchas personas (Tasnim et al., 2020).
En esta comunicación sus autores proponen determinar, a través de un análisis de contenido, los rasgos de las fake news difundidas referidas al coronavirus. Para ello se seleccionó, mediante un muestreo aleatorio simple, un total de 30 bulos registrados en las plataformas de verificación AFP Factual (n=15) y Newtral (n=15) entre el 4 de mayo —jornada en la que se inauguró la denominada Fase 0— y el 15 de octubre de 2020. A todas las unidades de registro se le aplicó una ficha de análisis dividida en tres dimensiones —identificación, análisis formal y análisis del mensaje— en las que se integraron variables empleadas en estudios previos (Moreno-Castro et al., 2020; Salaverría et al., 2020) y ad hoc vinculadas con los objetivos de la investigación. Los resultados demuestran que Facebook (76,67%) y Twitter (60%) son las principales plataformas diseminadoras de bulos. En menor medida, se registran noticias falsas difundidas en WhatsApp (33,33%), Instagram (6,67%) y YouTube (3,33%). Este contraste podría deberse, a priori, a una simple razón sociológica o de preferencias de los usuarios para compartir mensajes, dado que ninguna de estas plataformas cuenta con eficaces y desarrollados mecanismos de control y detección de bulos.
En cuanto a los rasgos de los mensajes, los códigos comunicativos predominantes son el texto (76,67%) y la fotografía (33,33%), los cuales se combinan de manera frecuente. Estos datos corroboran parcialmente los hallazgos de Moreno-Castro et al. (2020). Por su parte, los bulos se articulan en torno a un amplio repertorio de issues, como las curas y remedios (23,33%), las vacunas (20%), las pruebas PCR (13,33%) y el número de fallecidos (13,33%), entre otros temas. Si bien estos proceden preponderantemente de fuentes anónimas (46,67%), es preciso destacar la notable proporción de mensajes originados por personas y/o instituciones reales (33,33%) —priman sanitarios negacionistas—, lo cual difiere con Salaverría et al. (2020). Mayor similitud se aprecia en la tipología de las fake news, las cuales responden principalmente a la categoría de “engaño” —invención absoluta— (43,33%), seguido de la “descontextualización” —hechos total o parcialmente verdaderos en un contexto falso— (26,67%).
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Carmen Lucena Rodríguez
Comentó el 13/12/2020 a las 19:44:05
Enhorabuena por la ponencia que presentan, me parece muy oportuna e interesante en los tiempos que corren. Me gustaría saber el si han utilizado un software de análisis, y de ser así, de cual se trata.
Un saludo y muchas gracias.
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Álvaro López-Martín
Comentó el 14/12/2020 a las 08:57:11
Hola, Carmen. Muchas gracias por interesarte en nuestra investigación. Respecto a tu pregunta, una vez realizadas todas las fichas de análisis, habitualmente empleamos SPSS o tablas Excel para el volcado de los datos, ya que, de esta forma, se facilita los cruces de variables. Un saludo.
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Marta García Jiménez
Comentó el 11/12/2020 a las 18:42:15
Buenas tardes, Álvaro y Alba:
Muchas gracias por compartir esta ponencia de gran interés.
Me parece muy interesante lo que se plantea, me genera una pregunta referente a los bulos que habéis analizado, ¿a qué se debe que predomina la manera textual frente a imagen y vídeo? ¿se puede vincular a la creencia de que puede ser información “oficial” al estar en texto y no tratar de verificar la información que se facilita en el mismo?
Enhorabuena y ánimo para seguir en esta línea de trabajo, muy necesaria para visibilizar los bulos y los rasgos predominantes.
Un cordial saludo.
Marta.
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Álvaro López-Martín
Comentó el 11/12/2020 a las 20:42:15
Buenas tardes, Marta. Muchas gracias por interesarte en nuestra investigación. Acerca de la pregunta que planteas, desconocemos el motivo exacto que determine una mayor incidencia de los bulos textuales, aunque coincidimos contigo en que podría deberse a que el formato texto genera una mayor credibilidad en la audiencia y se vincula con una mayor "oficialidad". Asimismo, de esto se podría extraer también, apoyados en otros estudios como el de Chesney y Citron (2018) y Salaverría et al. (2020), que la amenaza de contenidos falsificados mediante inteligencia artificial (como vídeos manipulados) aún se encuentra en una fase inicial. Un saludo.
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Marta García Jiménez
Comentó el 13/12/2020 a las 21:21:09
Buenas tardes, Álvaro:
Muchas gracias por la respuesta.
Un cordial saludo.
Marta.
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Daniel David Martínez Romera
Comentó el 11/12/2020 a las 11:37:19
Una propuesta muy interesante y actual, mi enhorabuena. Al hilo de la pregunta anterior, de igual modo que el periodista debe ejercer con libertad su labor, entiendo que así también le corresponde al lector decidir qué lee y a qué le da credibilidad. Sin embargo, en este caso parece que se abren dos vías de tutela intelectual: o el estado vela por la calidad de información o lo hacen empresas privadas. En el primero en forma de ley, en el segundo como instrumento de terceros para vetar o bloquear información en sus plataformas en la medida que se van considerando progresivamente una suerte de S&P, Moody o Fitch. Y ya sabemos qué puede llegar a pasar con esto. En consecuencia, ¿No sería interesante trabajar por la libertad de la ciudadanía y fortalecer los instrumentos intelectuales de pensamiento crítico necesarios para vivir en sociedad, desde la educación, la pedagogía periodística y el análisis crítico de fuentes, en lugar de iniciar un ejercicio de protección ante los riesgos que supone vivir en sociedad?
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Álvaro López-Martín
Comentó el 11/12/2020 a las 13:00:32
Estimado Daniel David. Muchas gracias por el interés mostrado en nuestra investigación. En relación a lo expuesto, compartimos su planteamiento o reflexión. En base a esto, consideramos que sería importante para lograr ese propósito en el futuro una reformulación de los planes de estudios desde los niveles educativos iniciales, incorporando asignaturas vinculadas a la alfabetización mediática que doten al alumnado de una visión crítica y una educación periodística. Un saludo.
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Renzo Jeri Levano
Comentó el 11/12/2020 a las 06:41:32
Muchas gracis por exponer una tema actual. Una pregunta: analizaron los bulos en formato audio? se amplificaron poco por las redes ? ¿Tienen datos al respecto?
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Álvaro López-Martín
Comentó el 11/12/2020 a las 09:45:03
Estimado Renzo. Muchas gracias por interesarte en nuestro trabajo. En relación a tu pregunta, en nuestro estudio los bulos en formatos audio registraron una cifra residual. Primaban los textuales y las imágenes -tanto por separado como combinándose-. Sobre el canal de difusión, Facebook y Twitter fueron las principales vías mediante las que se amplificaron esos bulos. Un saludo.
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Cristina Cruz-González
Comentó el 10/12/2020 a las 12:09:42
Enhorabuena por el trabajo. Un muy interesante estudio sobre algo tan real y actual como las fake news. ¿En cuanto a validez metodológica, algún articulo de interés? Gracias
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Álvaro López-Martín
Comentó el 10/12/2020 a las 22:01:38
Buenas tardes, Cristina. Muchas gracias por el interés mostrado en nuestro trabajo. En relación a su pregunta, si bien continuamente estos meses se está publicando innumerables artículos sobre esta cuestión, en el proceso de búsqueda bibliográfica para la realización de esta comunicación hemos observado, especialmente, dos artículos cuya metodología y ficha de análisis son bastante interesantes y nos ha resultado de gran utilidad por la diversidad de variables incluidas y su exhaustividad a la hora de plantearlo. Las referencia de estos son:
- Salaverría, R., Buslón, N., López-Pan, F., León, B., López-Goñi, I. y Erviti, M. C. (2020). Desinformación en tiempos de pandemia: tipología de los bulos sobre la Covid-19. El profesional de la información, v. 29, n. 3, e290315. DOI: 10.3145/epi.2020.may.15
- Moreno-Castro, C., Vengut-Climent, E., Cano-Orón, L. y Mendoza-Poudereux, I. (2020). Estudio exploratorio de los bulos difundidos por WhatsApp en España para prevenir o curar la COVID-19. Gaceta Sanitaria. DOI: 10.1016/j.gaceta.2020.07.008
Espero que les sean útiles. Un saludo.
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Miguel Ángel Martín-Pascual
Comentó el 07/12/2020 a las 18:36:07
¿Creéis que los poderes públicos deberían controlar la desinformación o eso debería ser una competencia de la sociedad civil universitaria o iniciativas privadas?
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Álvaro López-Martín
Comentó el 07/12/2020 a las 19:20:08
Buenas tardes, Miguel Ángel. Consideramos que el periodismo debería estar totalmente libre y sin posibles intromisiones gubernativas en el ejercicio profesional. Para ello, es de suma importancia que los periodistas actúen con la máxima diligencia y ética posible para lograr la detección de bulos. Aún desconocemos los efectos o consecuencias exactas que pueda tener para el periodismo la famosa "ley antifake news", tan hablada en los últimos meses. Asimismo, sería interesante potenciar plataformas de verificación -como Newtral, Maldita o AFP Factual- e innovar introduciendo nuestras técnicas de verificación en las redacciones de los medios.
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