CÓD.N03-S06-08 ONLINE

El "deseo humano de conocer" en la filosofía de Julián Marías

Habla nuestro vídeo de presentación, a nuestro juicio con acierto, sobre “el innato deseo de conocer y progresar del ser humano” (minuto 0:57). Inspirados por esta bella frase, nuestra propuesta de ponencia será la de sintetizar las ideas principales del pensamiento del filósofo español Julián Marías (1914-2005) relativas a dicho deseo del ser humano por conocer, procurando dar cuenta y razón en nuestra exposición de las razones antropológicas y filosóficas últimas que puedan contribuir a explicar este deseo.

Nuestro trabajo lo elaboraremos con especial atención a dos importantes obras de Julián Marías.

Una primera obra será la Introducción a la filosofía (1947), donde nuestro autor trata, precisamente, esta cuestión en no pocos capítulos, como los titulados: “La función vital de la verdad”, “Verdad e historia”, “El método”, etc.

La segunda obra que abordaremos es la obra máxima del autor, Antropología metafísica (1970), donde también piensa nuestro autor directamente este problema en capítulos como “La experiencia de la realidad”, “Interpretación, teoría, razón”, “Aparición del hombre” o “La condición amorosa”: capítulo éste donde hará hincapié Marías en que la condición o categoría antropológica fundamental es la de la menesterosidad, y donde, como veremos, la necesidad de la verdad no será más que un momento de esa esencial menesterosidad o necesidad del hombre: el hombre necesita hacer su vida. Sólo en atención a esta necesidad fundamental necesitará el hombre conocer la verdad de las cosas: no solo, por tanto, para sobrevivir, proteger o mejorar su salud y su entorno, sino, primeramente, para poder proyectar su vida, su biografía, su persona, su quién.

En una palabra, trataremos de explicar cómo toda la búsqueda de conocimiento la entiende Marías como la búsqueda de respuesta a una pregunta, que no es solamente la de qué es la realidad, como se pregunta la ciencia, o qué es el hombre –como pregunta, diría Kant, resume toda la Filosofía–, sino que la búsqueda de conocimiento forma parte de una búsqueda anterior y mayor; una búsqueda de una respuesta a la pregunta máxima que puede formular un ser humano: ¿quién soy yo?, y cuyo hallazgo no puede depender únicamente de reflexiones teóricas, científicas, antropológicas o filosóficas, pues no será, para Marías, una respuesta únicamente que yo pienso, sino que es una respuesta que yo hago, que yo elijo: yo soy lo que hago con mi tiempo y con mi circunstancia, podríamos decir, parafraseando al querido maestro de Julián Marías: José Ortega y Gasset, máximo filósofo español del siglo XX.

Palabras clave

Deseo humano de conocer filosofía Julián Marías Razón vital

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Hay 12 comentarios en esta ponencia

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      Agustín Moreno Fernández

      Comentó el 12/12/2020 a las 00:02:02

      En primer lugar felicidades por la exposición y su claridad y el trabajo que la precede y disculpas por escribir ya casi en tiempo de descuento. Aunque no lo dices así en tu preámbulo, también estoy de acuerdo con que la claridad es la cortesía del filósofo, según Ortega. A pesar de que una cosa es pretenderlo y otra conseguirlo, y en tu caso es esto segundo. Al respecto del sosiego frente a la angustia como pathos más propicio para la filosofía, también Ortega lo refiere, si recuerdo bien hablando de la "calma jovial", frente a angustias y acedías.
      Una primera pregunta que se me ocurre es si Marías menciona a Aristóteles al respecto del deseo de saber.
      Pasando a cuestiones de mayor profundidad, y esto va más al respecto de Marías, quizás también a tu respecto en tanto que haces propio su pensamiento -me doy cuenta del uso del tuteo, con permiso-, no pocas ideas importantes ganarían en solvencia filosófica y epistémica con su historización o contextualización. Me explico: el amor, el yo, el deseo, el afán del desarrollo de la propia biografía. Me pregunto si son realmente fontanales, universales, radicales... al menos tal y como podríamos concebirlos hoy en día. Ortega desconfiaba a este respecto, dada la variabilidad de significados a través de cada época de las palabras y términos. Al respecto de la cuestión del aborto y la distinción de persona y cosa, ¿se atribuiría desde el momento de la concepción al no nacido ya un deseo de desarrollo de la propia biografía? Sería interesante, no sólo sobre esta pregunta, definir con precisión qué entiende Marías por deseo, por yo, por persona y por biografía. En ocasiones me da la impresión de percibir un cierto "apriorismo" que hiciera bascular en el equilibrio orteguiano que citas entre el yo y la circunstancia, más hacia un yo pre-existente sin circunstancia (aunque cuando hablas de genética y del no nacido, no sé si en un cierto sentido - de ahí la precisión de precisar valga la redundancia, se podría considerar ya el líquido amniótico del feto como su circunstancia más inmediata y el propio cuerpo de la madre al que está unido). En fin, podría continuarse, pero creo que estas cuestiones tienen ya bastante envergadura. Espero que el sistema me deje enviarlo a pesar de haber pasado el umbral de día... Muchas gracias de nuevo.

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        Ángel Salmerón Rodríguez-Vergara

        Comentó el 12/12/2020 a las 17:16:54

        Estimado Agustín, muchísimas gracias por tus cariñosas palabras.
        Te agradezco esas referencias de Ortega, que aprovecharé para mi texto final.
        Respecto a si cita Aristóteles, refiero una cita de su obra Introducción a la filosofía sobre "la cuestión de la «necesidad vital» o el «desinterés» del conocimiento y de la ciencia". Allí dice: "Ya desde Aristóteles se distinguen las cosas que sabemos para hacer algo y aquellas que nos interesan también cuando no vamos a hacer nada, y se habla de la ciencia «innecesaria» (1).
        Por otra parte, es evidente que pertenece al espíritu
        científico el movilizarse activamente para saber cosas remotísimas de toda urgencia vital y aun de toda idea del mundo: la quinta cifra decimal del peso atómico de un elemento, la forma de las vasijas hititas, la evolución
        de las consonantes oclusivas en un dialecto caucásico. ¿Qué necesidad no vital mueve a estas investigaciones? ¿Puede hablarse, a propósito de ellas, de verdad, en el sentido que he dado estrictamente a esta palabra? Para responder a estas preguntas hay que volver al punto
        de partida; sólo la situación íntegra decide. Cuando un hombre, para saber a qué atenerse, por auténtica necesidad vital, se ve obligado a hacer eso que llamamos ciencia, porque sólo ese tipo de saber es capaz de satisfacer su incertidumbre, queda sometido a las exigencias objetivas del complejo que es esa ciencia, y mediatamente interesado por la totalidad de sus contenidos; el físico, el historiador o el lingüista.
        no necesitan saber las cosas que antes he indicado para decidir el detalle de sus vidas; pero sí lo necesitan para ser cabalmente «científicos», y esto último tienen que serlo para saber a qué atenerse en su vivir. En todo caso, por tanto, se trata de algo que se tiene que saber—inmediata o mediatamente—. Y esto es lo que confiere su carácter de verdades a lo que se llaman verdades científicas. Aunque,
        por supuesto, hay que tener presentes las formas
        inauténticas de la ciencia, en que falta esa necesidad de certidumbre, incluso mediata; pero entonces falta también esa grave cosa que llamamos ciencia".

        Por último, decirte que en la respuesta al compañero Ramón y a Álvaro creo que he respondido en parte esas últimas preguntas que me haces. Yo creo que sí es universal que todo niño reclama y necesita amor y cariño, que nace fruto del amor y que el mismo hecho de sobrevivir al embarazo y al parto es señal de que ha sido muy cuidado desde el principio. Creo que la naturaleza humana misma demanda esa menesterosidad y ese cuidado: pero su condición personal, que no se reduce a su naturaleza, más todavía reclama el amor de otras personas y hacia otras personas. Recomiendo el librito -breve, fácil, de lectura tan agradable- de Marías titulado "Persona".
        Acabo de encontrar un artículo de Jesús de la Llave titulado "La persona como criatura amorosa" en la revista SCIO. Seguro que es de tu interés, querido Agustín.
        Un saludo, gracias de nuevo y seguimos en contacto

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      Álvaro Castro Sánchez

      Comentó el 11/12/2020 a las 12:42:48

      Enhorabuena por tu ponencia, por lo sugestiva y elegante a la vez. Se agradece además que sea sobre Marías. Simplemente te apunto alguna cuestión que me ha sobrevenido. José Carlos ya te ha preguntado en ese sentido, pero me gustaría si puedes contextualizar un poco más las obras a las que te refieres y en concreto, en relación a la obra e influenciade Zubiri, aún relativamente incipiente respecto a temas antropológicos en la segunda mitad de los 40. Efectivamente, este abandonó a Ortega por la vía de Heidegger, como también hicieron tanto el círculo falangista que le apoyó al dejar la Universidad como en las instituciones filosóficas oficiales, como el CSIC: el filósofo alemán se usaba para desplazar la tremenda herencia orteguiana que pervivía en la posguerra y es muy interesante el esfuerzo de Marías en distanciarse de esas tensiones y presentar una posición propia. Creo que respecto al tema de la relación entre lo innato y lo biográfico es de sumo interés el debate que Marías mantuvo en esos años con Laín respecto al método orteguiano de las generaciones. No sé si lo referirás en el texto, pero me parece de una altura impresionante.
      En otro orden de cosas y respecto al contenido, ¿no crees que hablar en términos de esencia de un deseo de desarrollar la biografía o la personalidad es pecar de etnocentrismo? ¿De verdad es un deseo universal? Ortega, precisamente porque sabía que el hombre es historia, tenía serios interrogantes -que venían, creo, de la Antropología o la Sociología- en esos tiempos de La idea de principio en Leibniz. Dicho eso, y respecto a la posición de Marías respecto al aborto (comprensible por otra parte), ¿como se puede extrapolar el deseo de ser a un ser que aún no desea y adjudicarle así el mismo estatuto ontológico?

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        Ángel Salmerón Rodríguez-Vergara

        Comentó el 11/12/2020 a las 15:44:26

        Buenas de nuevo, estimado Álvaro:
        Muchas gracias por tus amables palabras y por tus cuestiones, tan interesantes.
        Antes de nada, señalar que si no he citado frases y libros en mi exposición ha sido justamente por aquella estética investigadora de que habíamos hablado: me parecía más adecuado, en vez de soltar en mi vídeo una retahíla de obras y citas (cosa tan fácil de hacer, por cierto) que solo sirven para maquillar la propia falta de erudición, tratar de explicar el asunto, más bien, con la mayor sencillez y humanidad posible (no pocas veces parece que el que filosofa es una máquina pensante en vez de una persona de carne y hueso: he querido evitar esto desde el principio). En el texto final, por supuesto, añadiré el debido aparato crítico, como es natural: aunque sin saturar a citas, cosa que Marías veía con desconfianza. Pueden verse sus artículos "Notas a pie de página" y "Tesis doctorales" del ABC, tan divertidos como certeros...
        Y ahora, paso a responderte a las preguntas.

        La influencia Zubiri-Marías es clara, en primer lugar, por las veces en que Marías le denomina "maestro", públicamente, incluso en artículos suyos (véase http://www.filosofia.org/hem/199/19981203.htm, allí hay información muy valiosa). Seguramente, "Naturaleza, Historia y Dios" sea la obra con la que Marías más simpatizaba de Zubiri. Seguramente también, aunque esto es opinión mía por ahora, su obra "Sobre la esencia" fuera en algún sentido una suerte de decepción filosófica para Marías.
        Es clara la influencia Zubiri-Marías (y Marías-Zubiri, a mi juicio) también en la Introducción a la filosofía de Marías, de 1947. Allí dice: "La aprehensión de la realidad no puede ser nunca una simple mención o referencia puntual o puntiforme, sino que en ella toda referencia complica un contexto, dentro del cual adquieren sentido real las notas mentadas, que por eso justamente son notas de una cosa; en otros términos, la aprehensión de la realidad tiene que ser siempre comprensión".
        A mi juicio, las reflexiones de Marías influyeron también, como digo, en Zubiri y Ortega, como Ortega mismo reconoce.
        Sin embargo, hay una cosa interesante que decir. He tenido ocasión de acceder en la Fundación Xavier Zubiri a los libros mismos que Marías regalaba, uno tras otro, a Zubiri. En ellos, siempre se dirigía a él dedicándoselos como su "maestro"; también como "amigo". Curiosamente, en el último libro que le dedica Marías ("Ortega. Circunstancia y vocación") escribe: "A Zubiri (...) este libro que no aspira a ser abierto". ¿En qué sentido escribió eso Marías? Son interrogantes, como ves, interesantísimos, pero que quizá no tengan respuesta clara para los estudiosos.

        Me apunto tu sugerencia sobre el debate Marías-Laín en cuanto a las generaciones: Laín Entralgo es una figura en la que tengo pendiente profundizar, así como en Rodríguez Huéscar y otros.

        Otra cosa que quería comentar es que a mí personalmente me repugna la idea de un historicismo total y absoluto, toda vez que comparto con Kant, Sócrates y tantos otros, que yo tengo aquí y ahora deberes absolutos para con todo prójimo, para con cada prójimo: tanto de acción como de omisión. Considero en este sentido ideología y tergiversación de la realidad amorosa y racional de cada uno el considerar que la dignidad que reconozco en mí y en todos... es en realidad un fantasma de la razón (del corazón, mejor dicho), no es sino el producto azaroso de una historia que, en su devenir, me ha hecho ver en mí y en los demás una dignidad absoluta que no existe. Por eso, el hombre no se reduce a la historia, a mi juicio; ni tampoco a la naturaleza. Es un "yo" personal, irreductible a cualquier otra realidad pensable, que tiene naturaleza e historia. Ortega decía, en relación al ensimismamiento, que el hombre "cuando se queda solo, de verdad solo, aparece Dios". También decía que el cristianismo contenía el germen de una filosofía muy grande por hacer...

        Lamento que haya sonado a etnocentrismo lo que he dicho. No creo que se deban considerar así mis palabras: justamente la visión que he presentado busca, en una medida no pequeña, fundamentar la denuncia racional contra cualquier conducta que denigre a cualquier ser humano de cualquier cultura. Considero una inmoralidad, por ejemplo, tolerar ciertas injusticias (piénsese en la mutilación genital femenina, por ejemplo), apelando a la cultura o a la historia como si fuesen más normativas para las personas que el uso de la propia razón, del "amor interpretativo", de la propia conciencia, etc.

        La cuestión del aborto, por último, me parece importantísima. Remito a la obra "Dejar vivir", de Enrique González Fernández, donde se le explicará mucho mejor que por mi parte todos estos asuntos. Allí hace dialogar a Marías y a Lejeune sobre la unicidad y el carácter personal de cada individuo humano, desde la finalización de la concepción. Solo le señalo que, a mi juicio, el embrión, con su historia única y su naturaleza única, es inequívocamente humano: debe ser defendido y respetado, a pesar de esa milagrosa fragilidad suya, que tanto cuidado grita y reclama a esos padres cuya firma genética se esconde en cada una de las células que constituyen su qué: ese qué que es tenido siempre por alguien, no se olvide.

        Como puedes ver estimado Álvaro tengo pendiente muchos asuntos de estudio y profundización, y no puedo responderte más que estas pobres palabras. Espero me disculpes. Un saludo muy cordial.

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          Álvaro Castro Sánchez

          Comentó el 12/12/2020 a las 08:29:37

          Muchas gracias por tu amable respuesta, tomo nota de no pocas cosas.
          Respecto a la relación Ortega-Zubiri-Marías, te recomiendo, si no lo has trabajado aún, la correspondencia de Marías con Ortega conservada en la FOG. Son muy interesantes las cosas que le cuenta respecto a Zubiri (entre otras, esa queja que aduces, de que no le escribe o no le presta atención de forma expresa). Sí, estaba NHD, pero también los cursos privados de Zubiri a los que acudía. Muy interesante la cita de Marías que indicas: ¿de dónde le vendría a él?
          Yo tampoco estoy de acuerdo con el historicismo, aunque por otra parte, hay verdades que pueden ser repugnantes y a lo mejor por eso hay que pensarlas. Lo que sí pienso, y en esto soy más orteguiano que zubiriano, que la Filosofía no puede permanecer ajena al conocimiento científico, por ejemplo el antropológico, lo cual no significa defender el relativismo; sino el reto de pensar con proyección universal sin eludir la realidad en su diversidad ni abandonar la "voluntad de verdad". Una placer este incertercambio, leeré tu texto con interés.

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      Ramón Torres Villegas

      Comentó el 10/12/2020 a las 18:05:54

      Muy buenas Ángel,

      En primer lugar felicitarle por su ponencia , me ha parecido muy enriquecedora, en el sentido más amplio de la palabra. Tanto por su lección, como por el talante al transmitirlo. Enhorabuena.
      Habría diversas cuestiones que me han interesado mucho en torno al concepto de amor. Principalmente relacionadas con algunas cuestiones que yo mismo estoy investigando. Como podrían ser la relación de todos estos temas con autores como Plotino o Ficino, el cual en su ``Comentario al Banquete de Platón´´ o ``De Amore´´ lega toda una serie de reflexiones en torno al amor que hasta la fecha sin dudas serían de las más hermosas que he leído. ¿Habría algún tipo de influencia de esta vertiente- neoplatónica- en Julián Marías-?
      Por otro lado varias cosas acerca de dicha noción del amor. ¿Es el amor el elemento constitutivo y propio del hombre? ¿Existe algún tipo de visión teleológica en este deseo o no -es decir, hay una causa final en el mismo o actúa como causa eficiente, siendo el fin la propia persona-? ¿Es el amor innato?
      Y por último, y como dije anteriormente, llevándomelo a mi campo irremediablemente. El mismo Plotino, el sus Enéadas nos presenta y nos lega una noción ciertamente parecida del amor, el deseo y el hombre. Siendo el deseo el impulso último que empuja a nuestra voluntad hacia el Bien -la cual se identifica con la Voluntad- llegando a describir la acción misma del hombre como la de un escultor que debe tallarse a sí mismo -movido por ese mismo deseo y voluntad- dotándolo así de un hermoso contenido estético. Sin embargo, en algunas de sus Enéadas, Plotino nos habla del suicidio como salida y vía de escapa sobre nosotros mismos. De igual manera que debemos y podemos esculpirnos a nosotros mismos; tendríamos el derecho de ``salir´´ de esta misma vida. Mi pregunta: Haciendo hermenéutica de la propia obra de Julián Marías, y en referencia a esta introducción sobre el planteamiento de Plotino ¿Qué papel tendría el suicidio? ¿Sería el más antiético de los actos al atentar contra el deseo mismo de desear y amar -en contraposición con Plotino-? O encontraría una justificación similar.

      Muchas gracias de antemano y disculpa por la extensión, al menos y como ves, el tema me ha interesado.
      Un saludo, Ramón.

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        Ángel Salmerón Rodríguez-Vergara

        Comentó el 12/12/2020 a las 13:48:02

        Buenas tardes, querido Ramón.

        Antes de nada discúlpame la demora en contestar: leí la pregunta del compañero Álvaro antes, que tanto tiempo me llevó responder, por lo interesante del asunto.
        Te agradezco también primero tu admirable respuesta a mi pregunta en tu ponencia, de la que tanto he aprendido, así como tus cariñosas palabras sobre mi pobre ponencia. Paso a responderte brevemente, si bien te animo a que cualquier otra pregunta nos la podamos hacer por correo electrónico, dado lo pobre de mi respuesta.

        Respecto al posible neoplatonismo de Marías: a mi juicio, su idea del hombre como "criatura amorosa" viene, antes que de otro sitio, de la idea del hombre como creado a imagen de Dios. Esta "imagen de Dios" se ha solido interpretar como referida solo a la racionalidad del hombre: Marías considera esto un error, puesto que más propio tanto de Dios como del hombre, según el Nuevo Testamento, es el amor. Por supuesto, las reflexiones platónicas y agustinianas le inspiran mucho también, si bien el desapego del neoplatonismo (no tanto del mero platonismo, a mi juicio; ahí está el diálogo Cármides, con otros, valorando lo corporal), el desapego del neoplatonismo, decía, al cuerpo y a la carne y a lo material, que tanta influencia han tenido en la ascética cristiana, lo consideraba Marías, justamente, un error, una carga en el cristianismo: el desapego, decía él, suele acabar en despego: desprecio real de uno mismo y del prójimo, de todo lo que, supuestamente, no es divino.

        Yo creo que el amor es innato y constitutivo de todo ser humano. Primero porque todo ser humano nace, salvo contadísimas excepciones, fruto del amor entre los padres. Por otro lado, el amor del niño a su madre y su reconocimiento, está desde el primerísimo comienzo: tanto, que las últimas notas constitutivas genéticas del embrión se van "decidiendo" -en un proceso, por cierto, de propia iniciativa autónoma de ese pequeñito ser que es el embrión- en reciprocidad con esa circunstancia originaria para todo embrión humano que es el cuerpo de la propia madre. La gestación de la madre es algo más que un mero 'llevar dentro': está posibilitando que el embrión se termine de constituir, de decidir su constitución genética.

        Respecto a la teleología del deseo, creo que Marías diría que sí la hay, si bien entendida en sentido personal: de ninguna manera en sentido mecánico o naturalista. (También creía Marías, por cierto, en la Providencia). En todo caso, decía San Agustín, de quien tanto bebe Marías, que "el amor es mi peso: él me lleva a dondequiera que voy" (cito de memoria, y regular, el latín). Habría, pues, una teleología no solo de la naturaleza humana, que también reconoce, incluso de la historia, en cierto sentido: sino primariamente del amor de cada uno, que nos lleva a buscar la felicidad, primero de todo, en otros "quiénes", por encima del qué, con quien compartir y con-vivir.

        Respecto al tema del suicidio, no me veo capacitado para responder. Sí que es cierto que Marías, a la muerte de Lolita, su queridísima mujer, decía que se había "quedado sin proyecto", lo cual en su filosofía es casi perder el sentido de la vida. Ahora bien, el resto de personas que tanto amaba sobre esta Tierra y una circunstancia muy favorable (una familia bastante amplia que le cuidaba mucho en estrecha convivencia con él, además de sus incontables amigos y de sus incontables también ilusiones [libros, cursos, deberes para con España]) le dieron esas fuerzas que necesitaba para reconectar con esa ilusión amorosa del fondo de todo hombre.

        A mi juicio, el suicidio es un asunto más de víctimas del mal que de otra cosa: víctimas del mal de la soledad, de la enfermedad psíquica, del dolor, cuyo peso a veces solo es soportable desde el heroísmo. Habría responsabilidad moral, claro: pero atenuada en muchos casos, como enseña la moral de la Iglesia (que tanto valoro, personalmente) para casos de "trastornos psíquicos graves", "angustia", "el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura", etc. Justamente, yo diría más bien que el deseo sin satisfacer de amar y ser amado, que acaso sea la insatisfacción más dolorosa de todas, más indeseable (dado el deseo más poderoso de todos: tanto que es constitutivo), puede ser la que mueva en casos límite a este tipo de actuaciones, absolutamente incomprensibles "desde fuera" de ese dolor.

        No sé si he podido responderte como mereces, Ramón, pero espero haberte podido ayudar en algo. Un abrazo.

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      José Carlos Sánchez-López

      Comentó el 09/12/2020 a las 08:40:31

      Buenos días Ángel.
      En primer lugar, enhorabuena por la presentación, ha sido muy clara y enriquecedora. Escuchándola he podido ver con mayor claridad la huella de Zubiri en Marías y me han surgido algunas preguntas. Aquí sólo escribo las principales, para no saturar.
      Por un lado, me preguntaba cuál sería, según Marías, el modo de alcanzar el "sosiego" y qué es lo que incluye. ¿Es una especie de eudaimonia aristotélica que, realmente, sólo se pueden alcanzar en las postrimerías de la vida?
      Por otro lado, y con respecto a ese "deseo fontanal" del que habla, me pregunto si al hacer uso de él no se destruiría la libertad humana, pues nuestras acciones ya estarían predeterminadas por una tendencia (como pasaría en cierto modo en el Aquinate, por ejemplo). A la vez, este mismo deseo fontanal, que según su exposición se relaciona con la Filosofía, me hace cuestionarme (al hilo del inicio de la comunicación) si podría llamarse filo-sofía, pues hasta qué punto puede llamarse "amor" si está determinado previamente (es decir, es un "amor imperado").
      También tengo dudas con respecto al papel que jugaría la alteridad en la constitución de uno mismo dentro del pensamiento de Marías, pero tampoco quiero abusar de la pregunta.
      Muchas gracias por todo y, de nuevo, felicidades por la comunicación.
      J. C.

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        Ángel Salmerón Rodríguez-Vergara

        Comentó el 09/12/2020 a las 14:09:41

        Estimado José Carlos:

        Muchas gracias, antes de nada, por tus cariñosas palabras. Como te imaginarás, son muy de agradecer para los que estamos empezando, no sin torpeza, en esto de las comunicaciones, los Congresos, etc. Te agradezco de corazón tu apoyo y tu pregunta y paso a responderte lo mejor que pueda.

        Efectivamente, Marías consideró a Zubiri "su maestro" durante décadas: su influencia en él es indudable. También viceversa: Ortega llegaría a decir que cada uno (Ortega, Zubiri, Marías) era, respecto de los otros dos, a la vez "maestro y discípulo". Con todo, parece que en algún momento hubo una decepción entre Zubiri y los otros dos, como cuenta Marías en sus Memorias. Hasta donde yo sé, Marías consideraba que Zubiri se alejó progresivamente de la filosofía orteguiana (después, por cierto, de alejarse también de la persona de Ortega).

        En relación al sosiego, Marías lo explica en el capítulo titulado "Ataraxia y alcionismo" de su obra El oficio del pensamiento. El capítulo se publicó también, aparte, como librito. Allí dice: "El hombre, aun en las situaciones más apretadas, es capaz de retraerse a sí mismo y sosegarse, acaso mediante un enérgico esfuerzo. Es siempre algo que el hombre hace, que tiene que lograr, pero cuando lo consigue no ha llegado a otra cosa, sino a sí mismo. El sosiego es la autenticidad conquistada desde la alteración o el enajenamiento".
        Para sosegarse, por tanto, hay que retraerse a uno mismo y ensimismarse. Son reflexiones de cuño agustiniano: "No vayas fuera, vuelve a ti mismo: en el hombre interior reside la verdad", etc.

        Con todo, el sosiego no se identifica con la felicidad. Esta, efectivamente, para Marías es imposible en esta vida: él la define como "imposible necesario". Es imposible de alcanzar... pero necesariamente la buscamos todos. (Hasta el que eligiera no buscarla, lo haría porque le satisfaría más no buscarla que buscarla: Blondel hablaba de lo absurdo de la noluntad, pues no querer nada es querer ya algo, etc.)

        En cuanto a la tendencia al bien, efectivamente ya está en Tomás de Aquino. Para Tomás, la acción humana solo se explica por una previa atracción amorosa del Bien divino, en virtud de la cual se nos evita una indeterminación insalvable: a saber, la de estar perdidos entre bienes equivalentes, bienes neutros, ninguno de los cuales nos sería más amable que otro. Solo la absoluta bondad del Bien-fin último me mueve, dice Tomás (según recuerdo de mis estudios ahora) a desear los bienes-medios y me posibilita elegir entre ellos, según su mayor o menor bondad objetiva, la cual depende de su mayor o menor participación en el ser de Dios.

        Desde esta visión, Dios es inevitablemente lo primero amado como ya lo llama Platón en el diálogo Lisis. Ahora bien: todo esto no implica que se me obligue a quererlo con mi acción, sino solo a desearlo inevitablemente. Puedo vivir sin hacer caso a ese deseo, pero el deseo se me impone, tanto como el deseo de agua, de comida o de cariño. Soy libre para satisfacer mi deseo y elegir cómo hacerlo: pero sentir el deseo es algo que se me impone, me viene dado.

        Respecto a la alteridad, aunque no lo he estudiado a fondo aún, diría que Marías no hace demasiado problema a priori de ella ni de la intersubjetividad, gracias a la razón vital: por lo mismo que no hace problema del conocimiento de las cosas. Para él nacemos ya instalados en una evidencia tanto respecto de nosotros mismos como del mundo, de los demás y de lo real. Por supuesto, una evidencia parcial y limitada, "frágil", diría Marías: pero evidencia.
        Es la menesterosidad de mi vida la que me habla con suficiente evidencia de lo otro que necesito: con igual fuerza de evidencia -mejor dicho: con mayor evidencia todavía- me habla de los otros. Los otros son tan indudables como soy yo mismo, puesto que no hay mero "yo" ni hay meros "otros": sino yo y los otros. O mejor: yo para los otros, y viceversa.
        Atendiendo a la menesterosidad que me constituye, entiendo enseguida cuando veo a otra persona (otro menesteroso) que es "hueso de mis huesos y carne de mi carne", como dice el libro del Génesis: es decir, que necesita todo aquello que yo necesito. Dice en su Antropología metafísica Julián Marías que "El hombre es indigente y no suficiente; su vida consiste en necesitar —lo que le falta y lo que tiene— para ser él mismo. La mismidad se nutre de alteridad —y por supuesto también de aliedad—: una vez más, yo soy yo y mi circunstancia, y esta es, tanto como «lo otro», «los otros»".

        Perdona la extensión, estimado José Carlos. Para cualquier otra pregunta, te dejo mi correo electrónico: salmeron.uma@gmail.com

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          José Carlos Sánchez-López

          Comentó el 10/12/2020 a las 18:09:04

          Muchísimas gracias por la respuesta Ángel, ha sido muy iluminadora y más para personas que, como yo, sólo han dedicado tiempo a Marías leyendo su Idea de la Metafísica.
          Debo decir, en primer lugar, que me ha gustado mucho la breve exposición de Aquino, lo has "recordado" (a mi juicio) muy bien. Por otro lado, me gusta la forma de entender el deseo y la libertad de Marías, aunque debo meditarla más, pues se me asemeja mucho a la propuesta de Zubiri en Sobre el sentimiento y la volición.
          En definitiva, muchas gracias por la respuesta y la ponencia y mucho ánimo con lo que sigue. Para cualquier cosa no dudes en avisarme a través del correo electrónico: jcsanchez@uloyola.es

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