A lo largo del tiempo, el estudio de las erratas se ha abordado desde una variedad de disciplinas tales como la bibliografía, la crítica textual, la edición, la metalexicografía, la sicolingüística y el procesamiento del lenguaje natural (PLN). Sin embargo, las erratas siguen siendo consustanciales a los textos escritos, y no existe todavía un método multidisciplinar e integrador para su tratamiento. Por este motivo, presentamos una revisión teórica sobre las erratas y su categorización, especialmente desde la sicolingüística y el PLN. Se trata de dos campos que han protagonizado algunos de los estudios de mayor calado a partir del siglo xx y que presentan coincidencias reseñables. Por una parte, revelan rasgos de universalidad, como las operaciones erróneas básicas (sustracción, adición, sustitución y transposición), la baja frecuencia de errores mecanográficos en la primera letra de las palabras o el impacto de la adyacencia de las teclas en los errores (especialmente, en aquellos por sustitución de letra). Por otra parte, ambos enfoques comparten limitaciones en torno a las diferencias entre los errores motores o de ejecución (mistypings) y las faltas de ortografía o errores cognitivos (misspellings) pues, en la práctica, resulta imposible distinguir entre ambos tipos de error. Esta ambigüedad afecta no solo a la categorización de las erratas, sino también a la identificación de sus causas y, en última instancia, a su corrección. Aun así, el análisis conjunto de las erratas desde la sicolingüística y el PLN proporciona un marco sistemático, objetivo y, en parte, novedoso que defendemos como propuesta válida para la categorización de las erratas y tu tratamiento.
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Joaquín Galindo-Ramírez
Comentó el 11/12/2020 a las 19:27:27
Enhorabuena por la ponencia, se aprecia un gran esfuerzo de sistematización y exhaustividad. A título personal, considero que cuidar el lenguaje, herramienta que utilizamos constantemente en nuestro día a día, no es para nada un tema menor. Felicitaciones por el trabajo, un saludo.
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Salud Adelaida Flores Borjabad
Comentó el 10/12/2020 a las 13:49:40
Enhorabuena por vuestra presentación. Os doy la gracias por vuestra participación y por compartir vuestro trabajo con nosotros. Creo que es muy necesario, en tanto que todos cometemos erratas a la hora de escribir y muchas veces son hasta criminalizadas. No obstante, quisiera saber qué pensáis cuál es el futuro de estas erratas de cara al mundo virtual que nos está sucumbiendo de algún modo. Muchas gracias y enhorabuena.
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Santiago Rodríguez-Rubio Mediavilla
Comentó el 10/12/2020 a las 15:31:11
Estimada Salud:
Muchas gracias por el interés que muestras por nuestro trabajo. Llevamos varios años investigando sobre las erratas. Como planteamiento de partida, diferenciaríamos entre la comisión de las erratas y su detección y tratamiento. Partiendo de la base de que todos cometemos erratas, para nosotros lo importante es qué importancia se les da y qué medios se ponen para detectarlas y corregirlas.
Personalmente, soy de los que cree en la lectura como “vacuna” para las erratas. Aunque otros lingüistas no creen que haya una relación tan directa, yo considero que ser un lector asiduo puede predisponerte hacia la corrección formal (a mí me sucedió). Además, en buena lógica, la propia memoria visual implícita en la lectura hace que uno interiorice la forma correcta de las palabras.
Sobre la consideración que tendrán las erratas (y la corrección fondo-forma) en el mundo del siglo XXI… pues me parece un tema de indudable interés. Estamos inmersos en una revolución tecnológica con consecuencias profundas en los hábitos y en la existencia de las personas. También en el plano del conocimiento, claro. Podemos prever (ya lo estamos empezando a vivir) que la esfera del reconocimiento de voz adquirirá cada vez más importancia en detrimento de la escritura. ¿Cómo afectará esto a los textos escritos? ¿Cada vez predominarán más los mensajes de voz? ¿Llegará un momento en que desbanquen a la propia escritura? ¿Tendría sentido realizar estudios de errores de mecanografiado (como los apuntados en nuestra comunicación) en el supuesto de que las personas no mecanografiáramos? ¿Y qué pasará cuando ya ni siquiera pulsemos o cliquemos, sino que, fundamentalmente, lo que hagamos sea hablarle a un dispositivo? Los estudios se tendrán que adaptar a las nuevas problemáticas. A lo largo de nuestra investigación, hemos podido comprobar que, en los últimos años, el estudio de las erratas se está abordando en el campo del PLN desde la perspectiva de los asistentes de escritura, del aprendizaje automático de correctores, de la minería de datos, de la calidad de los datos, de la síntesis del habla ("text-to-speech conversion") o de los "bots" conversacionales. En definitiva, se abren horizontes interesantes de análisis.
Y está la cuestión de la doble cara de la tecnología. Siendo indudablemente muy útil, a veces genera disfunciones. Por ejemplo, los correctores automáticos no solo no son capaces de detectar todas las erratas, sino que a menudo generan falsas correcciones. Esto lo vemos todos los días.
Yo crecí rodeado de libros, y siento un respeto por los autores de los siglos pasados. Aunque ahora todo se esté reconfigurando. En sectores como el editorial o el de la lexicografía, la detección y corrección de erratas ha ido en declive probablemente coincidiendo con el cambio de siglo. Planteamientos economicistas, y, en un plano más profundo, el reto de adaptarse a los condicionantes tecnológicos y al entorno cambiante en el que nos movemos. Yo tengo en Sidney Landau un referente del mundo de la lexicografía. Es (fue) un hombre del siglo XX. A menudo simpatizo con sus reflexiones, pues son el fruto de la experiencia. Por ejemplo, el autor manifestaba que, con el cambio de siglo, había un clima de expectativa, en el sentido de que se suponía que los diccionarios electrónicos serían actualizados y corregidos constantemente, a diferencia de lo que ocurría con las obras en papel. Landau afirmó que esas expectativas no se cumplieron. También señaló que los directores editoriales adoptaron la informática como una manera de hacer más tareas contando con menos personal. Pero (razonaba el autor) a medida que los ordenadores eran capaces de realizar más tareas en menos tiempo, se generaba la necesidad de aumentar el número de tareas… y, para compensar el tiempo necesario para realizar tantas tareas, se tenían que sacrificar ciertos aspectos (como el de la corrección de pruebas), en una espiral perversa.
En fin, me he extendido un poco.
Un saludo,
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Salud Adelaida Flores Borjabad
Comentó el 11/12/2020 a las 09:25:37
No te preocupes por la extensión. A mi juicio es necesario porque todavía hay gente que criminaliza las erratas y, como filóloga, me llama mucho la atención, pues los errores lingüísticos muchas veces son el nacimiento de algo. Muchas gracias por tu respuesta y seguimos en contacto.
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Santiago Rodríguez-Rubio Mediavilla
Comentó el 12/12/2020 a las 11:05:09
Tu comentario me parece muy oportuno, Salud. Ya en 1967, Corder, en su influyente obra sobre el significado/importancia/valor/trascendencia de los errores de estudiantes de una segunda lengua, apuntó que los fallos son fundamentales para entender el proceso de aprendizaje.
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