Introducción
El principio de los años veinte del siglo XXI se ve marcado por el contexto de la pandemia. Nuevo “hecho social total”, la pandemia de COVID-19 no deja a ningún ámbito fuera de su órbita. Como tal, ¿qué nos dice la pandemia acerca de aquellas personas que niegan su existencia? A estas alturas del año 2020, a punto de terminar, pudimos ver en las calles de las grandes ciudades europeas manifestaciones y concentraciones de negacionistas de distintos tipos. No incidimos en los detalles de estas teorías, recogidas detalladamente en otros trabajos (García Soto, 2020), aparte de en los titulares de la prensa diaria. Más que entrar a analizarlos, este trabajo pretende investigar el sentido del concepto mismo de “teoría conspirativa”. ¿Qué nos dice esta relación específica de incredulidad frente al hecho social total “pandemia”?
Objetivos
En primer lugar, este trabajo pretende (objetivo principal 1º) aportar elementos de reflexión desde la filosofía para enfocar un posible estudio del conspiracionismo como fenómeno social.
Metodología
La investigación analizará bibliografía relevante para abordar desde la filosofía el estudio de las teorías conspirativas como concepto y como manera de representar algunas prácticas sociales y movimientos contemporáneos.
Discusión
Para alcanzar el objetivo principal de esta ponencia, el trabajo (objetivo secundario 1º) recordará el vínculo entre el concepto de teoría conspirativa y la filosofía, sobre todo desde Karl Popper, cuyas ideas popularizaron el concepto. Aparte, (objetivo secundario 2º), y aquí radica el carácter exploratorio y autocrítico de la investigación, este trabajo tratará de aportar una lectura del fenómeno que dialogue transversalmente con el pensamiento moderno con el fin de desplazar los términos con los que es comprendida la existencia misma de las teorías conspirativas. Para ello, será pertinente recordar el abordaje meramente epistémico iniciado por Popper, y retomado por filósofos analíticos americanos a partir de la década de los años 1990: Charles Pigden (1995), Brian Keeley (1999) y David Coady (2006). De este modo, podremos argumentar acerca de los límites de este abordaje y proponer nuestro propio enmarque teórico de la cuestión (desde la historia de la filosofía, la filosofía del siglo XIX y el pensamiento político del siglo XX).
Resultados y conclusiones (sin bibliografía).
A modo de objetivo transversal, de proyección de la investigación, nos gustaría que este ejercicio de evaluación cambie también la comprensión de la relación general a la pandemia como escenario cultural y social actual. Pretendemos ilustrar en qué la cuestión del debate público sobre la verdad y sobre algo como una “verdadera naturaleza” de la política necesita un cambio de enmarque conceptual, y en qué la filosofía, bajo la pluma de Popper, participó en cierto modo en eludir la cuestión y confundir lo que está en juego en la pugna por la difusión de ideas en el espacio público; nada más, ni nada menos, que la definición social, política y cultural de la democracia como práctica y como modo valor.
Palabras clave
Ponencia Online
Documentación de apoyo a la presentación ONLINE de la ponencia
Jonathan Piedra Alegría
Comentó el 11/12/2020 a las 17:16:06
Buen día. Mi consulta es sobre el tema del empoderamiento. Como se puede entender estas narrativas contra la universalidad en contexto de las sociedades posmodernas? Según entiendo parece que el desarrollo de estas (como críticas a la modernidad) son parte de una pensar alternativo en la esfera política, relacionada con el capital, es decir parece que estas teorías están enmarcadas solo dentro de la derecha, pero que pasa con las teorías conspirativas de izquierda (en Latinoamérica hay muchas)? También pueden considerarse dentro de estos marcos de referencia? Sobre todo porque en Latinoamérica se debate mucho sin realmente puede hablarse del este contexto posmoderno (que parece que es la base del estas teorías).
Responder
Nicolas Petel-Rochette
Comentó el 11/12/2020 a las 18:26:57
Buen día. Mi consulta es sobre el tema del empoderamiento. Como se puede entender estas narrativas contra la universalidad en contexto de las sociedades posmodernas? Según entiendo parece que el desarrollo de estas (como críticas a la modernidad) son parte de una pensar alternativo en la esfera política, relacionada con el capital, es decir parece que estas teorías están enmarcadas solo dentro de la derecha, pero que pasa con las teorías conspirativas de izquierda (en Latinoamérica hay muchas)? También pueden considerarse dentro de estos marcos de referencia? Sobre todo porque en Latinoamérica se debate mucho sin realmente puede hablarse del este contexto posmoderno (que parece que es la base del estas teorías).
Buenas tardes, y muchas gracias por su comentario. Sus consideraciones nos llevan a debates muy extensos, sobre el propio concepto de postmodernidad, por ejemplo. Además, me complace ver que usted adelanta debates que me gustaría desarrollar de forma más extendida en el texto que querría presentar para publicación.
Para empezar, y para que tengamos alguna base común de la que partir, remitiría a la definición de Jean-François Lyotard de la postmodernidad: la incredulidad frente a los metarrelatos de la modernidad; no porque los postmodernos “ya no crean” en ellos, sino porque ya no se opta por aunar relatos (y su significación) bajo uno más general que estructure y jerarquice el conocimiento. De ahí, creo (y hasta donde recuerde, porque hace tiempo que no repaso esos textos), que Lyotard haya propuesto que la verdad en la postmodernidad consiste en una agonística de juegos de lenguaje y de registros de discurso enfrentados, que no tienen por qué compartir criterios comunes. De ahí también el rechazo de Sokal del uso “poético” de teorías científicas por parte del pensamiento “postmoderno”, etc.
En segundo lugar, especifico que no creo que las llamadas “teorías conspirativas” sean per se postmodernas. Algunos autores (Dentith) remiten, por ejemplo, a la publicación, en 1902, de Los protocolos de los sabio de Sión, panfleto antisemita que circuló mucho antes de su recuperación por el partido nazi, como posible primera aparición del tipo de narrativa que asociamos a teorías conspirativas. En mi capítulo, me gustaría dedicar una corta sección a explorar el concepto de conspiración para, en cierto modo, deslindarlo del concepto de teoría conspirativa; en efecto, la conspiración como práctica política y cultural parece remitir a horizontes literarios más lejanos, apareciendo incluso en la literatura de la Roma Antigua. Cuando hablamos de “teorías conspirativas”, hablamos realmente de una cosa concreta. Como intenté subrayarlo, pero como lo haré con más detenimiento, este concepto es usado sobre todo por los adversarios de las narrativas conspirativas. Se desestima una propuesta de explicación llamándola “teoría conspirativa”.
Inserté mis reflexiones en este debate acerca de qué son intentando desviar esta pregunta típica para preguntar “¿para qué sirven?”. Esto me llevó a pensar que no son particularmente “postmodernas”. Son un tipo concreto de discurso de saber no basado en modos modernos de producción de conocimiento (principio de falsabilidad, crítica o universalización). Proporcionan saber apoyándose en una panoplia de elementos que pueden ser dispares entre sí; en esto, sí, podríamos asociarlos a la postmodernidad. Sin embargo, lo hacen para que destaque una explicación concreta, por encima de la agonística de las narrativas y de sus registros. De ahí su afinidad con el fascismo (aunque no tiene por qué ser esencialmente fascista, obviamente). De ahí también que su método sea, como lo sugería, la confusión. De esta confusión se infiere una verdad profunda, o escondida, en vez de concluir, como la postmodernidad, que no existe la verdad absoluta. Esto me lleva a proponer que este tipo de discurso nos obliga a repensar en cierto modo la historiografía de las ideas del siglo XX. Estos discursos, cuya base no es el conocimiento científico, están siendo utilizados en las comunidades afines a la extrema derecha en Europa y en Estados Unidos, de forma especialmente aguda gracias a las redes sociales y espacios digitales.
No sé si lo que llama usted “teorías conspirativas de izquierdas” en América Latina es equiparable al cuadro de análisis que propongo aquí. Desgraciadamente, desconozco por completo estas dinámicas. Si partidos, grupos o gobiernos de izquierdas utilizan discursos de verdad no epistémicamente fundamentados para alentar una pertenencia a un “nosotros” basada en discursos de odio acerca de un “ellos” instrumental y ficticio; si el fin de estos discursos consiste en negar superestructuras y en justificar la no responsabilidad de actores individuales o institucionales al respecto de injusticas; si esto ocurre recurriendo a una mezcla confusa de fuentes e ideas; quizás sí, podamos hablar de algo similar a lo que trataba de describir.
Pero no me atrevo a decir nada al respecto. Me interesará mucho leerle y que explique, si tiene tiempo, algunos ejemplos.
Muchas gracias de nuevo,
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Nicolas Petel-Rochette
Comentó el 11/12/2020 a las 18:28:03
Perdone: como verá, copié y pegué su comentario al principio del mío. ¡Lo siento! Es que lo redacté en un documento de word antes.
Saludos cordiales,
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Jonathan Piedra Alegría
Comentó el 13/12/2020 a las 19:16:07
Gracias por la respuesta. En realidad si me interesaría ahondar más. Es un tema que me interesa y considero que hay mucho espacio para el análisis desde la realidad latinoamericana (No sé sí necesariamente podrían ubicarse en el espectro de "teorías conspirativas" o más bien "narrativas sobre conspiraciones" -políticas-, habría que precisarlo más). Así que si fuera posible un mayor desarrollo se lo agradecería.
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Nicolas Petel-Rochette
Comentó el 13/12/2020 a las 19:45:02
Buenas tardes,
Seguramente tengamos la oportunidad de precisar todo esto más adelante, en algún otro espacio. La cuestión de la conspiración política es tangencial, creo, al concepto de "teoría conspirativa" y a su uso en nuestra cultura política. Es también mucho más longeva y amplia.
Cuando tenga un momento consultaré bibliografía sobre el caso de América Latina, porque, como le decía, desgraciamente, soy ignorante en la materia.
Saludos cordiales,
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Gabriel Terol Rojo
Comentó el 10/12/2020 a las 13:00:58
Gracias, Nicolás, por tu presentación.
Mi pregunta se centraría en pedir tu valoración con respecto a la aplicación del empoderamiento que se encuentran detrás de las teorías conspiratorias en un análisis de las filosofías político-sociales. Es decir, la universalidad del paradigma social que sugieren tienen referentes institucionales, por ende científicas, que las fundamente o son sólo teorías que buscan la confusión social para alterar los posibles éxitos alcanzados con los principios modernos del conocimiento.
Gracias
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Nicolas Petel-Rochette
Comentó el 11/12/2020 a las 11:19:27
Querido Gabriel,
Muchas gracias por tu pregunta. Lo que llamas la “aplicación” del empoderamiento conllevado por los discursos asociados a teorías conspirativas, en mi opinión, puede situarse en distintos puntos de encuentro entre saber y poder. Mi hipótesis de trabajo en esta ponencia, y así trataré de reflejarlo en mi texto, consiste en sacar el debate sobre teorías conspirativas 1) del ámbito epistemológico que le reservó la filosofía 2) de una cuestión comunitaria y “gregaria” construida en torno a creencias y supersticiones. En este segundo caso, las ciencias sociales identifican modos de organización y canales de difusión que nos permiten vincular las teorías conspirativas a la extrema derecha, pero no tratan de la “naturaleza” de estos discursos y de su relación al conocimiento. De ahí que yo intente leer su aplicación tomando en cuenta muchas más coordenadas que las que le atribuyó la filosofía analítica desde los años 1990, que eran al fin y al cabo restrictivas y limitadas, incluso contraproducentes, ya que encerraban el debate en una cuestión epistemológica, sin cuestionar algo como los fines de estos saberes no científicos y su relación con dinámicas sociales y políticas concretas.
¿Cuáles son estos puntos de fricción entre saber y poder? Las ciencias sociales nos enseñan que la difusión de teorías conspirativas en internet sirve de modo de organización y de propaganda para grupos de extrema derecha (Ebner, 2020; Fenster, 1999; Rauchfleisch y Kaiser, 2020). Por su parte, el análisis filosófico, al retomar la perspectiva de Popper, que equiparaba las teorías conspirativas con la superstición, se enquistó en una discusión que culminó en su “rehabilitación” como teorías de conocimiento “particulares”; es decir, coherentes desde un punto de vista interno a la propia teoría, pero no “científicas” como tal, ya que no son generalizables (Dentith, 2014). Al respecto de este punto preciso, creo que Dentith tiene razón; los discursos conspiracionistas producen un paradigma “particularista”. Sin embargo, creo que lo que no logró ver la filosofía es el ámbito de aplicación de este paradigma de saber: mi tesis es que no debemos ver este fenómeno solamente como una cuestión epistémica, sino como una cuestión política y estética. Como tal, las teorías conspirativas sirven de modo de empoderamiento de movimientos de extrema derecha carburando con rencor y odio (Wilson, 2018). Pero tampoco debemos verlo como una cuestión solamente ligada a la creencia; a un fenómeno teológico-político que responde a modos irracionales de producción de saber. Creo que las teorías conspirativas son un tipo de saber específico, que tiene ya un siglo de historia; nunca fueron supersticiones, sino discursos antiepistémicos y antiuniversales (es decir, antimodernos). Como tal, debemos verlos como estrategias contrarrevolucionarias en el puro estilo de De Maistre, Burke, Cortés, y, más recientemente, Schmitt y Bloy. No son síntomas de un pensamiento “gregario”, políticamente reaccionario, sino discursos estratégicamente confusos, que impiden la producción de criterios comunes.
Creo que debemos entender su “aplicación” de esta manera: como una confusión estratégica, que opera en un ámbito más estético que epistémico, y cuyo fin es un empoderamiento basado en el rencor y el odio, de ahí su componente profundamente reaccionario, y su recuperación por la extrema derecha (Stanley, 2020).
Aparte, creo que el enemigo principal de la extrema derecha, en la actualidad, es el conjunto de discursos (políticos, científicos, institucionales, sociales) que muestran las consecuencias del calentamiento global (Forchtner, 2019). Es el capitalismo como sistema que está siendo puesto en tela de juicio. La extrema derecha dedica todos sus esfuerzos en invisibilizar la dimensión superestructural del capitalismo. Así deben ser entendidos los discursos conspirativos: como ataques a la noción de superestructura. De ahí sus ataques constantes a las personas refugiadas, y su difusión de un supuesto “genocidio blanco”, etc.
Con esto termino contestando a tu pregunta: debemos ver que las teorías conspirativas perfectamente pueden combinar elementos de fuentes institucionales, o científicas, con otros tipos de materiales y de hechos. Este tipo de confusión es lo que las caracteriza. Dado que sirven intereses complejos (siendo eficaces socialmente porque canalizan malestares y hacen sentir pertenencia, y eficaces políticamente porque desvían debates e impiden medidas firmes contra injusticias estructurales), no podemos caer en clasificaciones azarosas o apresuradas. De ahí que debamos, en mi opinión, ampliar el cuadro de análisis construido por la filosofía desde los años 1970.
Ebner, J. (2020). Going Dark: The Secret Social Lives of Extremists. Londres: Bloomsbury Publishing.
Dentith, M. (2014). The philosophy of conspiracy theories. Nueva York: Springer.
Fenster, M. (1999). Conspiracy Theories: Secrecy and Power in American Culture. Minneapolis: University of Minnesota Press.
Forchtner, B. (2019). Climate Change and the Far Right. Wires Climate Change, Vol. 10(5), e604.
Rauchfleisch, A. y Kaiser, J. (2020). The German Far-Right on Youtube: An Analysis of User Overlap and User Comments. Journal of Broadcasting & Electronic Media, Vol. 64(3), 373-396.
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