Nuestra sociedad está construida sobre en base a desigualdades que obedecen a factores diversos: de clase, de género, de lengua, de origen, de identidades, entre otros. Se trata, en definitiva, de una sociedad desigual donde se conjugan diferencias y discriminaciones, pero donde también se plantea la exigencia democrática contemporánea de trabajar por los derechos humanos teniendo en cuenta la necesidad de hacer realidad el principio de igualdad.
La cuestión de la igualdad como principio básico que ha de regir la organización de nuestras sociedades ha generado numerosos estudios y actuaciones en el marco de las políticas públicas, fragmentándose su alcance y tratamiento en el campo social. Son ejemplos de lo que estamos diciendo las políticas de atención a las desigualdades sociales de la población más vulnerable, o en el campo de la educación las políticas educativas de igualdad de oportunidades para trabajar en distintas brechas de origen social. También la igualdad, obviamente, ha derivado en actuaciones en lo que conocemos como igualdad de género. Y aunque “género” no necesariamente significa referirnos a las relaciones de poder entre hombres y mujeres o únicamente a la categoría mujeres, las denominadas como políticas de igualdad de género de las últimas décadas han puesto el foco principal en las mujeres. No tenemos voluntad de cuestionar aquí este enfoque viviendo en una sociedad patriarcal como en la que nos encontramos, pero, aun así, deberíamos ser conscientes de que se trata de una concepción monolítica de la categoría mujeres (Platero, 2013), y muestra de ello es el actual debate agitado de las mujeres trans como sujeto político.
El principio de igualdad ha sido crucial en la configuración de las sociedades modernas avanzadas, pero sigue planteándose como un reto no logrado en su totalidad en nuestros contextos más próximos. Una muestra de ello, también en el plano semántico, es proponer legislación y actuaciones por una igualdad “efectiva”, como es la Ley orgánica 3/2007, de 22 de marzo por la igualdad efectiva de hombres y mujeres. En este sentido nos preguntamos, ¿qué significa ese planteamiento de una igualdad “efectiva”? Esta ley supuso un punto de inflexión que creó un marco normativo en el tratamiento de la igualdad entre hombres y mujeres de modo integral, pero después de más de una década desde su aprobación sigue teniendo objetivos pendientes. Entender la igualdad como “efectiva” o “integral” nos hace pensar en que conseguir la igualdad supone una ambición mayor, tanto en la manera de entender epistemológicamente la igualdad o la desigualdad social, como en los componentes que forjan esa desigualdad y en las normas que establecen derechos y las políticas públicas que contribuyen a materializarlos.
En este punto de discusión es donde recurrimos y nos posicionamos en una perspectiva más amplia de entender la igualdad desde la aportación teórica de la interseccionalidad. Tal y como plantea Patricia Hill Collins, una de las teóricas más reconocidas en esta perspectiva, la interseccionalidad es una herramienta analítica que ofrece a las personas un mejor acceso a la complejidad del mundo y de sí mismas (Hill Collins, 2019).
Esta perspectiva interseccional nos sirve como herramienta analítica para acercarnos, primeramente, a un análisis de la ley valenciana de igualdad de 2003 y, seguidamente, proponer avances en los retos pendientes en el marco de una nueva ley valenciana de igualdad, que ha sido anunciada como proyecto político próximo por el gobierno valenciano.
Aunque conviene apuntar que la ley valenciana de igualdad de 2003 fue una de las primeras leyes que tratan en el Estado español la cuestión de la igualdad, siempre refiriéndose a categorías monolíticas de hombres y mujeres, es una ley circunstancial y que no fue aprobada entonces con un consenso político y social amplio.
En los inicios de la tercera década del milenio donde nos encontramos ahora, entendemos, que la nueva ley valenciana de igualdad, se debería construir desde la mirada interseccional de la desigualdad, tal y como hemos estudiado y propuesto (Tasa y Villar, 2020) para ir avanzando en el objetivo amplio de ser una ley de igualdad interseccional para la inclusión de todas las personas, sin delimitarla a grupos sociales o colectivos concretos.
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Clara Sainz de Baranda Andújar
Comentó el 11/12/2020 a las 21:01:07
Muchas gracias por la ponencia
Estoy de acuerdo con aplicar una mirada interseccional, pero en las políticas públicas no se sabe aplicar ni la perspectiva de género. Además, numerosos estudios han demostrado que con cualquier variable a analizar, etnia, identidad sexual, situación económica, etc., la variable sexo amplía la brecha. solo con cumplir la ley avanzaremos mucho en IGUALDAD.
¿Cómo plantean la formación dentro de la administración pública?
Las administraciones públicas no cumplen con el informe de impacto de género de los presupuestos, o no profundizan, no actualizan sus planes de igualdad, etc.
¿Deberíamos sancionar a las administraciones como hacen ellas con las empresas?
Un saludo
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Vicenta Tasa Fuster
Comentó el 13/12/2020 a las 22:53:27
Gracias a ti por el comentario, Clara.
Estamos de acuerdo contigo en que el mero hecho de cumplir la ley en todos sus términos supondría un avance. Pero hemos de ser conscientes que una ley, para ser efectiva y eficaz, es necesario que contenga un régimen sancionador que penalice el incumplimiento de la misma. En sentido amplio este régimen sancionador comprendería también la penalización de las administraciones que no cumplan la norma, puesto que los poderes públicos no son ajenos al cumplimiento de la legislación.
La formación debería plantearse de forma amplia y transversal. Hay administraciones que ya están llevado a cabo este tipo de formación pero aún queda mucho camino por recorrer.
Un saludo.
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Rocío Martínez
Comentó el 11/12/2020 a las 04:15:56
Buenas tardes Alícia y Vicenta:
Muy interesante pensar la perspectiva de la interseccionalidad desde la construcción de política pública. Es una idea derivada de los feminismos negros y supone una crítica a la homogenización y a la intervención de las feministas blancas. Me gustaría que me pudieran conversar sobre ¿cuáles son los retos de pensar desde la interseccionalidad en el contexto español? ¿Qué significa esto para las mujeres migrantes, para las mujeres trans, por ejemplo?
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Vicenta Tasa Fuster
Comentó el 13/12/2020 a las 23:06:34
Gracias, Rocío.
Los retos son muchos y diversos. La adopción de un enfoque o perspectiva interseccional para la atención de las desigualdades, podría promover el desarrollo de políticas más inclusivas y de mejor calidad. Además, permite superar el paradigma de considerar un único eje de desigualdad y trabajar la intersección de las desigualdades, no solo en función de los grupos sociales o étnicos concretos, sino también en base a unos objetivos políticos comunes. Sin duda nos situamos en esta mirada de la desigualdad para aspirar a una igualdad más inclusiva.
Un saludo.
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