La corrupción política se ha convertido en uno de los temas más frecuentes que cubren los medios, no sólo en España sino a escala global. Paralelamente, la preocupación ciudadana por este tema se ha ido consolidando, al igual que la desafección política. Ello no ha impedido, paradójicamente, que los líderes políticos afectados por los escándalos políticos y sus partidos, hayan vuelto a ser reelegidos en las urnas en muchas ocasiones. De ahí la necesidad de distinguir entre las actitudes explícitas (las que se declaran en las encuestas) y las actitudes implícitas (las que se encuentran a nivel profundo y guían el comportamiento) del electorado.
La presente investigación forma parte del proyecto PID2019-105285GB-I00 financiado por el Ministerio de Ciencia e innovación. Pretende, entre sus principales objetivos, identificar la relación que mantiene la información política, que diariamente recibe la ciudadanía a través de los medios de comunicación, con dos fenómenos: la desafección de grandes segmentos de la población por la política, los políticos y los partidos; y las actitudes -tanto explícitas como implícitas- hacia la corrupción política, en particular. Como señala la teoría del priming o de “preparación” propuesta por Iyengar y Kinder (1987) y ratificada posteriormente por un gran número de estudios el encuadre noticioso impacta de forma inmediata en los juicios de la ciudadanía hacia los personajes públicos pudiendo agravar así su desafección manifiesta y su rechazo -al menos el que realiza explícitamente en las encuestas- hacia la corrupción política. Así lo mantienen también la teoría de la agenda-setting en su segundo nivel y la teoría del enfoque o framing.
En este estudio, después de definir el término de “corrupción política” y “escándalo político”, realizamos una revisión bibliográfica exhaustiva sobre los encuadres noticiosos y las características de las informaciones políticas sobre corrupción política y el efecto que pueden causar en las actitudes explícitas e implícitas de las audiencias, tanto a corto como a largo plazo. En este último caso, el largo plazo, como sostiene la Hipótesis de la cognición candente, cobran importancia tanto los conocimientos de la audiencia de la actualidad (en su mayoría extraídos de los medios de comunicación), como sus preferencias políticas (reforzadas en la mayoría de las ocasiones por los medios que consumen -como señalan las teorías de la exposición, percepción y memorización selectivos) y las emociones que suscitó, en origen, su conocimiento (Morris et al. 2003).
De la bibliografía consultada se puede concluir que en los sistemas de medios comerciales competitivos -como el español- una gran cantidad de informaciones sobre los escándalos de corrupción política vienen caracterizadas por la negatividad (unida muchas veces a la confrontación), la personalización, la dramatización, la interpretación (en contraposición con la descripción objetiva de los datos y hechos) y el sesgo político (del medio). Analizamos cada uno de estos encuadres y características, su manera de medirlos empíricamente y los efectos que pueden tener en las audiencias para el caso concreto que nos ocupa según las diferentes teorías actuales.
Por otro lado, concluimos que la mayor o menor frecuencia de aparición de escándalos llevados a la esfera pública por los medios de comunicación y su tratamiento periodístico depende también en gran medida de factores contextuales, tales como el sistema de medios, su grado de politización y la cultura periodística (y dentro de ella, en particular de cómo son las relaciones entre medios y políticos). Así, los escándalos de corrupción política son más susceptibles de ser tratados en sistemas mediáticos polarizados como el mediterráneo (Hallin y Mancini, 2004) y en gran medida politizados o en momentos políticos de máxima polarización (Benett, 2016; Iyengar, 1991, entre otros) como en el que se encuentra España en estos momentos.
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Alberto Gómez Vaquero
Comentó el 12/12/2020 a las 11:34:53
Enhorabuena a los autores por la ponencia. Quería preguntar si de la bibliografía estudiada se extrae alguna conclusión sobre el sesgo de los propios medios al tratar ciertos casos de corrupción, sea mediante la exageración de los mismos o mediante su ocultamiento.
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Rosa Berganza Conde
Comentó el 12/12/2020 a las 17:47:50
Muchas gracias por la pregunta. Efectivamente, de la bibliografía consultada se desprende que el sesgo ideológico es una de las variables que más influye en el diferente tratamiento que realizan los medios de comunicación de los casos de corrupción política. Por eso, trabajamos con esta hipótesis en un nuestra investigación y creemos que así se confirmará en el análisis de contenido cuantitativo que estamos llevando a cabo.
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Sandra Leal Larrarte
Comentó el 10/12/2020 a las 17:48:15
Un cordial saludo. Al escuchar la ponencia, se me ocurre que la percepción de la corrupción se relaciona con el imaginario social, si bien, ningún país queda libre de esta práctica, cada sociedad la interpreta de forma diferente. Regularmente la ideología es la que guía el sistema de creencias de las personas y está muy influida por las preferencias políticas. Gracias a la propaganda, los partidos políticos, apoyados por los medios de comunicación, tratan de influir la opinión pública para que les resulte favorable, es decir, ganar adeptos incapaces de ser críticos de acciones políticas antidemocráticas o antiéticas.
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Beatriz Herrero-Jiménez
Comentó el 10/12/2020 a las 18:44:41
Buenas tardes. Muchas gracias por su comentario. Por un lado, lo que nos comenta sobre que la corrupción se relaciona con el imaginario social, estamos de acuerdo. Tanto es así que la propia definición de corrupción es verdaderamente difícil de alcanzar en el ámbito teórico de la comunicación política. Además, es posible verlo cuando nos enfrentamos al objeto de estudio, al intentar delimitar qué actos pueden entenderse como corrupción y cuáles no. Es más, no es fácil encontrar el límite entre el escándalo político y la corrupción política. En algunos países, la vida íntima de los políticos puede (y de hecho lo hace) formar parte de las discusiones públicas mientras que en otros países, estos asuntos no se comprenden como parte de la discusión pública.
Por otra parte, no creemos que se pueda decir que la ideología sea la única variable que guíe el sistema de creencias de las personas, aunque sin duda la preferencia política por un partido u otro tiene efectos en las actitudes implícitas de la ciudadanía (lo que vota y si castiga, por tanto, a los representantes corruptos). Por otra parte, la conceptualización de la propaganda (o más bien publicidad) que los partidos difunden en la actualidad hay que entenderla dentro del marco teórico de los efectos de los medios, que, hace tiempo, se alejaron de la idea de la aguja hipodérmica o efectos ilimitados, así que la influencia mayor o menor en la opinión pública depende de múltiples variables, algunas de las cuales intentaremos determinar en nuestra investigación, que, como hemos explicado, se encuentra en proceso de desarrollo en la actualidad.
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Martha Estela Pérez García
Comentó el 07/12/2020 a las 03:11:31
Sería muy interesante que este trabajo de investigación se aplicara también México. Lamentablemente en este país practicamos una cultura política que acepta la corrupción como un hecho inevitable. Tenemos, por ejemplo, medios de comunicación que sobreviven del dinero público, de manera que han estado muy comprometidos con los regímenes políticos. Este nuevo gobierno ha denunciado la corrupción, pero mientras los medios no estén preparados para ser más independientes, será muy difícil que influyan en la construcción de una opinión pública saludable. Me gustaría saber ¿qué tanta es la tolerancia de la ciudadanía sobre la corrupción política y si está se ha transformado a través de los años?
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Beatriz Herrero-Jiménez
Comentó el 10/12/2020 a las 10:49:09
Muchísimas gracias por tu pregunta. Estoy completamente de acuerdo contigo en que México sería un país donde esta investigación podría dar resultados muy interesantes. En general, en Latinoamérica hay una preocupación constante por la corrupción, aunque, en concreto, en el caso de México existen estudios que indican que el nivel de tolerancia hacia la corrupción es menor en la actualidad que hace 15/20 años. Además, las redes sociales han ayudado a que algunos actos de corrupción, como las famosas mordidas, hayan disminuido algo ante el miedo de las autoridades de ser grabados y difundidos en las redes en pleno acto (ver, por ejemplo, el caso de #lady100pesos). En cualquier caso la mayoría de la población de Latinoamérica siente que se castiga menos la corrupción de lo que se debería a la hora de escoger a nuestros representantes. Esta idea no es única de esta región, sino que, por lo general, se puede decir que las actitudes explícitas de la ciudadanía (es decir, lo que ésta opina) hacia la corrupción son distintas a sus actitudes implícitas (lo que vota). Este es precisamente el objeto de estudio de nuestro proyecto y que aún se encuentra en proceso, aunque a priori podemos decir que esta diferencia podría depender del grado de información de la población (en México, donde la libertad de expresión es regulada por el código penal de cada Estado, y no a nivel federal, se ha estudiado que los periódicos que operan en Estados en los que las leyes son más restrictivas, estos informan en menor medida sobre los delitos o indicios de corrupción –ver Stanig, 2014) pero también de si la figura pública corrupta es o no afín ideológicamente al ciudadano.
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