Ante la diversa naturaleza de las asignaturas que en los planes de estudios universitarios vigentes se consagran a la enseñanza de la Literatura Española Contemporánea, se le impone al docente una honda reflexión sobre la materia que, tras una serie de decisiones historiográficas, le permita disponer de una suerte de programa ideal y general, que como tal jamás será llevado al aula, pero constituirá la referencia indispensable en el momento en que tome la palabra ante sus alumnos.
El objetivo de este trabajo es ofrecer la propuesta razonada de un programa de Literatura Española Contemporánea que constituya algo así como el esqueleto del manual ideal de la materia, punto de partida de cualquier programación. La metodología no puede ser otra que una concienzuda reflexión historiográfica atenta, por un lado, a espinosos problemas de periodización, y por otro, a la reevaluación del lugar de los autores y las obras en el canon asentado. El programa se elabora a partir de la discusión en torno a la pertinencia de categorías periodizadoras tales como las coyunturas históricas, los movimientos, las corrientes, los géneros y las generaciones; pero también se problematiza qué materiales deben formar parte de la historia recogida en un programa ideal, preguntándonos por la oportunidad de la enseñanza, junto a las grandes obras de la literatura nacional, de aquellos autores y obras de menor entidad que pueden suponer un índice más preciso de las dinámicas literarias de una época.
El resultado es un programa cuya articulación interna pone en juego nociones y categorías heterogéneas, en la idea de que su combinación permite explicar mejor la complejidad de los fenómenos. Con las debidas excepciones oportunamente justificadas, cabe resumir que, junto a la articulación de la materia en cinco grandes coyunturas históricas, claves de bóveda que identifican la estructura del sistema literario en cada momento, se opera una segunda articulación —por este orden jerárquico— en géneros y autores, agrupados a veces conforme a un ordenamiento generacional que elude un uso restrictivo del método; sin olvidar en algunos tramos del programa el funcionamiento de los movimientos o tendencias como categorías periodizadoras intermedias. En otro orden de cosas, este programa ideal trata de instalarse en una deseable posición de respeto y resistencia ante el canon recibido, y no procura tanto la totalidad enciclopédica como la selección del autor, la obra o la situación del sistema literario reveladores de cada momento.
Parece evidente que, en la interpretación del material literario que lleva a cabo el historiador, difícilmente puede este llegar a un criterio uniforme de periodización: el caudal de datos a menudo se resiste a ser ahormado en las categorías de que dispone y ello obliga a asumir que, para captar con ciertas garantías el devenir histórico, hay que dinamizar las estructuras estáticas e inyectar ductilidad a los enunciados que se manejan. En esta tarea cobra un papel decisivo la subjetividad del historiador, que debe encarar los riesgos de sus decisiones, también a la hora de oponer su resistencia crítica al canon recibido, saludable desde el momento en que el relato del pasado no se crea espontáneamente, sino que surge promovido por unos intereses que determinan esa y no otra interpretación del mismo.
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Miguel Ángel Jordán Enamorado
Comentó el 10/12/2020 a las 10:15:43
Hola.
Muchas gracias por su interesantísima propuesta.
Mi pregunta es un poco tangencial respecto a lo que ha explicado, pero como experta en la docencia de la literatura, me interesa mucho su opinión. ¿Cuál es su experiencia a la hora de lograr que el alumnado se interese activamente por la literatura? ¿Qué más podemos hacer para acercar al alumnado a los textos y lograr que se introduzcan en algunas de las fuentes primarias para que no se queden con unos conocimientos teóricos que pronto olvidarán?
Muchas gracias
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Araceli Iravedra Valea
Comentó el 10/12/2020 a las 11:19:36
Buenos días, Miguel Ángel:
Muchas gracias por tu interés y por tu consulta.
En la medida en que yo imparto la materia de Literatura Española en una Facultad de Filosofía y Letras, a estudiantes del Grado en Lengua Española y sus Literaturas, parece lógico esperar que los alumnos que asisten a mis clases están ya, de entrada, interesados por la literatura. No obstante, paradójicamente no siempre es así y, efectivamente, hay que promover la motivación.
Desde mi punto de vista, no hay mejor método para lograr la motivación, la implicación y, por lo tanto, una más eficaz experiencia de aprendizaje que reducir el lugar que tradicionalmente se ha dado a la lección magistral, a menudo tediosa y desmotivadora, para favorecer el contacto dinámico con los textos, es decir, con la literatura propiamente dicha. Eso si, a los estudiantes hay que “obligarlos” a leer, de ahí que en mis guías docentes siempre se indiquen, aparte de unos contenidos teóricos, unas lecturas obligatorias que constituirán la ilustración de esos contenidos y sobre las que el estudiante deberá trabajar primero autónomamente y después en el aula con la ayuda del profesor y en contacto con sus compañeros.
En mis asignaturas, pongo parcialmente en práctica este contacto con los textos ya en las clases expositivas o “magistrales”, pero, sobre todo, lo hago en los llamados “seminarios”, donde los alumnos exponen sus reflexiones sobre diferentes aspectos de las correspondientes lecturas obligatorias y a continuación se entabla un debate estimulado por el profesor.
Honestamente, pienso que es este el mejor modo no solo de propiciar la motivación y el interés hacia la literatura sino, también, de lograr que los alumnos la interioricen y la “aprendan”.
Espero haber respondido a tu consulta.
Muchas gracias de nuevo y un saludo cordial,
Araceli Iravedra
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Miguel Ángel Jordán Enamorado
Comentó el 10/12/2020 a las 20:21:54
Muchas gracias por tu respuesta.
Un saludo
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