Habitamos un planeta con 7.000 millones de seres humanos, donde los modelos de producción y consumo son insostenibles y diezman unos recursos naturales limitados. Ese panorama ciertamente desolador hace necesario implementar actuaciones educativas que promuevan la sensibilización tanto del alumnado como de la población en general, desde el ámbito de la EDS.
El Museo de la Ciencia y el Agua presenta un proyecto de arte contextual que viene desarrollando en las áridas tierras murcianas un prestigioso fotógrafo, Eduardo Cortils. Ese proyecto surge en el con la vocación de intervenir y actuar en aquellos lugares donde tiene lugar la problemática medioambiental abordada, esto es, la tensión existente entre naturaleza -entendida como biodiversidad y paisaje- y las prácticas y hábitos humanos, entendidos como un hecho cultural que deriva en la degradación de nuestros paisajes y en graves daños ambientales.
La exposición virtual permite realizar un recorrido por varios ámbitos temáticos y un total de 42 fotografías realizadas en espacios periurbanos donde la biodiversidad se abre paso frente a las dificultades representadas por las diversas actividades humanas que aparentemente son incompatibles con la vida natural. Los escenarios elegidos (balsas de regadío y humedales artificiales, fincas agrícolas e invernaderos, urbanizaciones, etc.) nos muestran el difícil equilibrio en esa franja a veces invisible entre los urbano y lo rural, en los espacios fuertemente antropizados caracterizados por paisajes degradados donde conviven de manera espontánea especies animales y vegetales, produciendo una naturalización y rara coexistencia más allá del tiempo y de los lugares de ocio.
La exposición interactiva se integra en ese movimiento de renovación pedagógica entendida desde un enfoque sistémico e interdisciplinar. Se pretende favorecer la creación de una “ciudadanía sostenible” en consonancia con el nuevo modelo de desarrollo humano que ha de tener en consideración tanto el sostenimiento del medio ambiente como del desarrollo de la sociedad y la economía a escala local y global. Un tercer punto de interés es la necesaria conservación de nuestros paisajes culturales y naturales, que ha sido una constante desde la Convención del Patrimonio de la Humanidad (1972). Los paisajes culturales representan, según se cita en el artículo 10 1, las “obras combinadas de la naturaleza y el hombre”, siendo ilustrativas de la evolución de la sociedad y de los asentamientos humanos a lo largo del tiempo, bajo la influencia de las restricciones físicas y/o las oportunidades que brindaba su entorno natural y las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto internas como externas.
En ese sentido, el conocimiento y la valoración del paisaje supone para el ciudadano un enriquecimiento de sus representaciones y una concienciación sobre el peso de su cultura y sus referencias, una herramienta para saber pensar el espacio en el que vive, una educación de la mirada, una posibilidad de gozo estético y una responsabilidad sobre el futuro que le depara a nuestros paisajes y, por ende, a nuestro planeta. Si bien los paisajes constituyen nuestro marco existencial, formamos parte de ellos, los recreamos y nos identificamos con ellos, en realidad no son desconocidos.
Ponencia Online
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