Nuestra intención será reflexionar acerca de las relaciones personales en tiempos de pandemia, partiendo de la idea de que estas están marcadas por dos acontecimientos fundamentales: por un lado, la (obligada) ausencia del Otro, fruto del distanciamiento social; por otro lado, la virtualización o digitalización del Otro como alternativa a los encuentros cara-a-cara. Ambos fenómenos, ausencia y virtualización/digitalización, ponen sobre la mesa un mismo asunto: el lugar que ocupa el cuerpo presente en las relaciones interpersonales, y la consecuente sensación de carencia ante su falta. Por tanto, el hilo conductor de nuestra aportación será cómo altera la pandemia nuestra presencia (corpórea) ante el Otro.
Byung Chul Hang afirma que “sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información: las relaciones se reemplazan por conexiones, y así solo se enlaza con lo igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos” (El enjambre digital). Desde una perspectiva filosófica, y a través de una metodología principalmente fenomenológica, llevaremos a cabo nuestra investigación de la mano de autores como Hang, Peter Sloterdijk o Martin Heidegger.
Uno de nuestros objetivos será la reflexión sobre el fenómeno del aislamiento y la soledad. El confinamiento recientemente sufrido debido al COVID19 trajo tiempos de incertidumbre, de calles vacías y casas de locos. Tras el forzoso, ineludible, responsable e histórico aislamiento que hemos sufrido (y siendo conscientes de los posibles aislamientos venideros) preguntémonos: ¿cuántas veces la cercanía encubre la proximidad? A veces solo en la distancia logramos valorar o apreciar de veras aquello que teníamos cerca. Quizá esto sea lo que constituye el hecho de que extrañar sea, en ocasiones, la mejor manera de valorar. Ya sabíamos que, en esta era en la que continuamente estamos-allí estando-aquí, descentrados, lo cercano no siempre garantizaba proximidad. Por tanto, apostaremos por aprovechar la lejanía, la distancia, para buscar la proximidad olvidada y confundida con contigüidad.
Sin embargo, se torna inevitable ahondar también en una perspectiva menos optimista que permita reflexionar sobre las carencias que implica la soledad del aislado o del que es privado del contacto frecuente, desenfadado, comprometido con el Otro. Hemos sido privados de los abrazos. La imposibilidad o dificultad para abrazar desemboca en soledad, soledad en múltiples formas y versiones, soledad ante la ausencia del Otro en su forma más próxima.
Así, podemos decir que concluiremos con una revisión de las posibilidades de la Ausencia: por un lado, ausencia como oportunidad para tomar conciencia de en qué consiste realmente la proximidad; por otro, ausencia como calvario de un existente que aún demanda abrazo, caricia, cuerpo.
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Miquel Angel Ruiz Torres
Comentó el 11/12/2020 a las 21:01:50
Elisa, muchas gracias por tus brillantes reflexiones teóricas. Me gustaría incidir en uno de los aspectos que has mencionado, no tanto para preguntarte nada concreto sino para resaltar la importancia que pueda tener el punto de vista relativista con respecto al problema del cuerpo y la presencialidad. Hablas de las funciones relativas de conceptos como proximidad/cercanía y distancia/alejamiento, pero aunque es un propuesta teórica impecable he echado en falta una apreciación del factor cultural de la percepción del cuerpo y el otro. Por ponerte un ejemplo: ¿has pensado en cómo puede cambiar la percepción del aislamiento en función del estilo de vida previo e interiorizado de los individuos, no solamente desde un punto de vista de los factores de personalidad (que también), sino de la construcción cultural del cuerpo y la comunicación interpersonal? De todos es conocido que hay culturas que establecen protocolos de relación con los otros cuerpos muy ritualizados y rígidos, donde el contacto físico es un tabú solo permitido a unos pocos, mientras que hay otras en las que dicho contacto es preceptivo en la comunicación interpersonal ¿Es posible, en este sentido, imaginar que del mismo modo que a algunos nos puede torturar la lejanía física con los seres queridos, para otros un contacto físico estrecho puede llegar a convertirse en una especie de "opresión de la proximidad"? Seguro que todos tenemos conocidos y amigos que nos han manifestado que durante estos meses de encierro se han sentido bastante tranquilos y realizados porque su estilo de vida no ha variado mucho respecto al pasado, y que incluso en algunos aspectos han mejorado, porque ya no tienen que soportar cierta "opresión" de la carne y sus infamias (sobre todo la de los demás) ¿Cómo ubicar este relativismo de la corporeización frente a conceptos tan universalistas de Heidegger o Sartre? Muchas gracias y enhorabuena!
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Elisa Fernández Bascones
Comentó el 12/12/2020 a las 11:54:37
Hola, Miguel Ángel, muchísimas gracias por tu comentario y perdona mi demora. Me parece super interesante lo que comentas. Lo he pensado alguna vez, pero te confieso que no es una línea de trabajo en la que haya profundizado. Por supuesto, a nivel cultural, como diced, la vivencia de la proximidad es muy diferente. Y no solo cultural, sino personal, como tambien comentas. Heidegger nunca profundizó en el asunto del cuerpo, aunque tenía caminos labrados para ello, y es algo que los fenomenologos como Merleau Ponty y Sartre siempre le reprocharon. Sartre, como bien sabrás por haberlo mencionado, sí que desarrolló, sin embargo, toda una filosofía de la mirada opresora del Otro: si puedo sentirme oprimido bajo la mirada del Otro, cuanto más bajo sus (a)brazos. La cuestión sería introducir en mi propuesta esa variación, siendo conacienres de que de lo que hablo es de esa posibilidad de proximidad quque no habría de quedar anulada incoscientemente, sin querer, solo por descuido o distracción, respetando siempre la posibilidad de la lejanía existencial (y física, por supuesto). Y siendo conscientes tambien de que no es necesaria una cercanía fisica que angustie para alcanzar una proximidad con quien rechaza los abrazos: comprendiendo y respetando. Gracias por todo!!!
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Miquel Angel Ruiz Torres
Comentó el 13/12/2020 a las 20:35:55
Muchas gracias, Elisa. Interesante también tu respuesta! Saludos y suerte!
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Katherine Calero
Comentó el 11/12/2020 a las 02:32:54
Elisa me pareció muy interesante tu ponencia. Me hizo comprender mejor sobre las relaciones personales en este tiempo de pandemia. Mi pregunta es: ¿Qué características necesita el contacto virtual para que verdaderamente sea considerado como efectivo y preparatorio para un nuevo contacto presencial?
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Elisa Fernández Bascones
Comentó el 11/12/2020 a las 12:45:25
Hola, Katherine. Pues me parecería osado creerme que yo tengo la respuesta a tu pregunta, que, en mi opinión, sería la solución a bastantes carencias y problemas en las relaciones interpersonales, pero puedo darte mi opinión. Considero que el contacto efectivo, como dices, o "auténtico", o profundo, se caracteriza por cierta proximidad, como indico en el vídeo, es decir, por una cercanía existencial, da igual ya si en una cercanía geográfica o no. Y esta proximidad siempre va ligada a una demora, a una valoración del proceso de comunicación. Podemos intercambiar miles de mensajes por wassap y no estar diciendo nada, y podemos sentarnos, pararnos, y, solo escribiendo uno, hacerlo con el alma, alcanzando y propiciando esa cercanía existencial. Por eso no se trata del medio, sino de una actitud (aunque los medios puedan propiciar la distracción: si tengo un dispositivo que me permite estar en contacto continuo con alguien, es más fácil que la relacion o la conversacion se torne babnal, insulsa, vacía, que si escojo cuando escribir, cómo hacerlo y que quiero contar; así, trasladamos un trozo de nuestro ser a quien escribimos). La idea no seería tanto, entonces, prepararnos para un contacto presencial, sino para un contacto presencial profundo, proximo (porque podemos estar sentados literlamente al lado de alguien, o conviviendo con ese alguien, y no establecer este tipo de relación proxima -la triste imagen de un grupo de amigos todos juntos cada uno con la cabeza en su movil-).
Espero haberte ayudado!! Muchas gracias por tu interés
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Javier Navarro-de-Pablos
Comentó el 10/12/2020 a las 18:53:44
Hola Elisa. Me parece interesantísima tu aportación. Transversalmente, me he acordado de la película de Lenny Abrahamson «The Room», en la que plantea una suerte de adaptación del mito de la caverna de Platón: Jack, un niño de cinco años, vive con su madre en una habitación de 10 metros cuadrados, sin ventanas, con un solo tragaluz en el techo. Para él, la habitación es el mundo entero, el lugar donde nació, donde come, juega y aprende, mientras que para su madre es el cubículo donde lleva siete años encerrada. La madre hace del espacio un lugar habitable para su hijo , con unas reglas propias. Cuando consiguen escapar, la realidad aprendida y la desvelada chocan, descubriéndose que la habitación no el mundo sino una cabaña dentro de un jardín. Hasta que el niño no sale de la habitación, no es consciente de la misma.
El argumento que planteas me parece acertado en ese sentido, en la rotundidad incuestionable del cuerpo. Me resulta inquietante la incidencia que tendrá la reclusión —siempre dependiendo de cuánto dure esta situación— en las generaciones que viven ahora su etapa más permeable y sensible; ¿crees que habrá comportamientos adquiridos después de esta pandemia en futuras generaciones en relación a la percepción de la relación cuerpo-espacio?.
Parece claro, como dice, que se trata también de una oportunidad que tenemos de recalcular y redibujar nuestra percepción de la cercanía y la proximidad. En cuanto a estos dos últimos conceptos, aprovecho para citar a la siempre acertada Rebeca Solnit cuando decía que «las sorpresas, las liberaciones y los esclarecimientos propios de un viaje pueden alcanzarse tanto dando una vuelta a la manzana como dando una alrededor del mundo: caminar es viajar cerca y lejos a la vez». ¿Será suficiente el potente instrumento de la imaginación como huida de nuestras casas?.
Muchísimas gracias, de nuevo, por tu comunicación.
Un saludo,
Javier.
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Elisa Fernández Bascones
Comentó el 11/12/2020 a las 12:38:50
Hola, Javier, muchísimas gracias por tu comentario, ha sido un gustazo leerte. He visto la película y estoy completamente de acuerdo, muestra con gran acierto esta tensión entre lo virtual/construido y la realidad-ahí-fuera. Respecto a tu inquietud, no puedo sino compartirla. Tengo un niño de 17 meses que aprendió a gatear en los meses más duros del confinamiento. Cuando abríamos las persianas, aplaudía (como a las 20.00h salíamos a los balcones a aplaudir…). Cuando veía una Tablet apoyada en una estantería, saludaba, por si alguien había tras la pantalla (fue su medio de comunicación con la familia durante 3 meses). No puedo responderte sino compartiendo la preocupación. No sé en que grado afectará todo esto a la relación cuerpo-espacio, pero hace poco leí un artículo que comentaba que, igual que hay generaciones (la de mis abuelos, por ejemplo) que sufrieron el hambre de la guerra y posguerra, y ahora sirven comida en exceso, “por si acaso”, quizá estas generaciones afectadas por el hambre de contacto promuevan el abrazo entre sus nietos, “por si acaso”…
Me encanta la cita que mencionas, no la conocía, me la apunto. No sé si será suficiente, pero debería serlo: a nuestro alcance está. Esperemos que la maldita pandemia no nos poca mucho a prueba.
Muchas gracias de nuevo por tu interés y tus palabras.
Salud
Elisa
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PRISCILLA CHANTAL DUARTE SILVA
Comentó el 09/12/2020 a las 04:26:30
Elisa, su trabajo es muy interesante. Mi pregunta es si crees que el contacto virtual que estamos viviendo en la pandemia con clases remotas sean relaciones interpersonales o si el término virtual es incorrecto
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Elisa Fernández Bascones
Comentó el 10/12/2020 a las 10:20:26
Hola, Priscilla, muchísimas gracias por escucharme y por tu interés en mi ponencia. No sé si entiendo bien tu pregunta, en cualquier caso, intentaré responderte y si no doy en el clavo, insiste, si te apetece! En primer lugar, por supuesto considero que las relaciones que se están estableciendo con las clases a distancia son relaciones interpersonales, en la medida en que son relaciones-entre-personas, pero no por ello dejan de ser virtuales también, en la medida en que están mediadas por un soporte digital. Aquí está la clave para responderte a tu segunda cuestión: en mi opinión, no se trata de que el término virtual sea incorrecto sino que ha de tomarse en un contexto determinado, es decir, en el contexto de lo virtual-digitalizado (puesto que, como apunto en el vídeo, virtuales también son los sueños, los deseos, etc.). Espero haber contestado a tu pregunta. Muchas gracias!!
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PRISCILLA CHANTAL DUARTE SILVA
Comentó el 10/12/2020 a las 17:24:32
Muchas gracias. Bien contestado!
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