Una de las preguntas fundacionales de la filosofía tiene que ver con el arte de vivir bien. El hecho de que seamos animales sociales conlleva que esa pregunta por la vida buena solo tenga sentido en el seno de las comunidades y ecosistemas de los que formamos parte. Así, la cuestión sería más bien cómo podemos vivir bien con otros o cómo aspirar a una vida buena asumiendo que somos seres interdependientes y ecodependientes. A lo largo de su recorrido, la ética y la filosofía política se han enfrentado innumerables veces a este asunto ofreciendo respuestas para todos los gustos.
Considero que los enfoques que asumen aproximaciones negativas a la pregunta son particularmente relevantes para la reflexión contemporánea sobre este asunto. Así, en lugar de tratar de definir qué sea una vida buena, estos estudios han optado por indagar las condiciones mínimas sin las cuales la vida buena es simplemente imposible. Quienes se decantan por esta vía otorgan una relevancia central a la experiencia del sufrimiento y la privación. En esta aproximación indirecta a la pregunta por la vida buena cohabita un grupo muy heterogéneo de autores y corrientes cuya característica compartida es doble: consideran demasiado arriesgado –si no imposible– definir el contenido sustantivo de la vida buena, pero no renuncian a estudiar cuáles pueden ser los elementos sin los cuales cualquier vida buena sería inalcanzable. Difieren sobre cuál es la mejor forma para expresar esas condiciones indispensables: hay quienes hablan de bienes, mientras otros prefieren referirse a las capacidades, los derechos o las necesidades.
Los objetivos de esta ponencia serán tres, a cada uno de los cuales dedicaré un apartado de mi exposición. En primer lugar, trataré de mostrar que, más allá de la nomenclatura que empleen, un buen número de las propuestas relevantes formuladas en ese sentido son ampliamente compatibles cuando no coincidentes. Para ello, llevaré a cabo un análisis comparativo de las listas de condiciones mínimas que han formulado ocho de esos autores (Simone Weil, Len Doyal e Ian Gough, Manfred Max-Neef, Joaquim Sempere, Martha Nussbaum, Kate Raworth, Robert y Edward Skidelsky y David Choquehuanca). En segundo lugar, defenderé la idoneidad del enfoque de las necesidades humanas para abordar la cuestión planteada. En ese sentido, llamaré la atención sobre la distinción entre necesidades y satisfactores; y expondré la fructífera doble dimensión -carencial y potencial- de las necesidades. Finalmente, formularé una propuesta sintética de diez necesidades humanas que considero indispensables para la búsqueda de cualquier concreción de la vida buena.
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Ramon Blanco-Barrera
Comentó el 11/12/2020 a las 23:53:42
Apreciada Carmen:
Profunda ponencia, altamente interesante. Me ha resultado muy enriquecedora la tabla que anexas en pdf y que vas explicando en tu video-defensa. Creo que es un acierto la selección de los autores en cuanto a esta teoría e idea de necesidad. Mi primera pregunta va ligada a dicha selección. ¿Le ha resultado complicada? ¿Qué criterios ha seguido para la selección de esos autores? ¿Hay alguno en especial que le haya resultado difícil de descartar?
Por otro lado, y en la medida en que considere oportuno, usted ha reflexionado sobre cuáles pueden ser las necesidades del ser humano en la actualidad, pero si le preguntaran a usted como persona y teniendo en cuenta que sería algo colectivo como bien ha manifestado, ¿qué necesidades piensa que serían las más adecuadas para esa buena vida?
Muchas gracias, ¡qué interesante!
Un cordial saludo,
Ramón
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Luz Angela Ardila Gutiérrez
Comentó el 11/12/2020 a las 19:27:12
Muchas gracias Carmen por compartir tu trabajo. Mencionaste un par de veces el ocio como una necesidad humana, como lo plantea Max Neef, me interesa el ocio como ámbito y promotor de desarrollo humano, quisiera consultarte ¿si conoces si este autor ha desarrollado con más detalle la descripción y comprensión de esta necesidad y las demás en algún texto que pudieras sugerir?
Frente al concepto de "Vida buena" ¿podría considerarse esta como vida feliz? y si es así la perspectiva de la subjetividad frente a lo bueno y lo feliz ¿cómo se podría comprender desde análisis que haces?
Mil gracias de nuevo!
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Gabriel Terol Rojo
Comentó el 10/12/2020 a las 16:22:37
Gracias, Carmen, por tu presentación.
Al hilo de tu inicio de presentación con respecto a la relación "vida buena"- "sede pública", te traslado una propuesta de análisis de potencialidad de los atributos de esa "vida buena" en el marco de la selección libre de decidirse por una vida no pública. Realmente pareciera que ¿"todo cuando necesitamos.., queda limitado a obtenerlo en la convivencia social, en el marco social, en una necesaria vida común?
¿El desarrollo de esa "vida buena" nos exige una socialización? Sin entrar en sus tipologías
Gracias
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Carmen Madorrán Ayerra
Comentó el 11/12/2020 a las 10:13:27
Gabriel:
Muchas gracias por la pregunta que planteas. Quizá más que vida pública podría reformularse como vida en comunidades. Considero que la vida de un ser humano sin contacto con otros, además de imposible en la práctica, carecería de algunos de los elementos fundamentales para calificarla de buena (como el reconocimiento por parte de los otros, o el afecto y los cuidados).
Es cierto que alguien puede llevar una existencia solitaria dentro de las comunidades humanas pero creo que podemos estar de acuerdo en que, en los momentos de enfermedad, angustia o dolor que experimentará a lo largo de su vida (somos seres esencialmente vulnerables), la compañía y atención de otros humanos haría esa existencia indudablemente mejor.
Un cordial saludo
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Mar Lugo Muñoz
Comentó el 10/12/2020 a las 15:56:10
Hola Carmen:
Me parece tu ponencia bastante interesante pues haces un recorrido de las necesidades para la vida buena y realizas un planteamiento con vistas a las generaciones futuras. Me llama la atención que vinculas la interdependencia (imposible pensar la vida sin la ayuda de otro ser humano) pero no haces mención a la ecodependencia cuando todos los recursos y bienes que utilizamos salen de la naturaleza ¿Lo consideras como parte de un entorno físico no perjudicial?
Gracias y un saludo
Mar
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Carmen Madorrán Ayerra
Comentó el 11/12/2020 a las 10:19:00
Mar:
Muchas gracias por tu pregunta, que señala un hueco que solo se debe a la falta de tiempo en la exposición. Efectivamente, entiendo que somos seres interdependientes y ecodependientes. Muchos de los autores que he estudiado incluyen esa referencia a nuestra dependencia de los ecosistemas que habitamos como "seguridad física" o "entorno físico no perjudicial", como dices.
En mi propuesta, sin embargo, no he incluido una necesidad específica en ese sentido porque entiendo que se trata de algo más transversal y que posibilita la satisfacción del resto de necesidades.
Muchas gracias de nuevo. Un cordial saludo
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Adrián Almazán Gómez
Comentó el 10/12/2020 a las 10:11:59
Estimada Carmen.
Gracias por tu muy interesante e informada presentación. Al escucharte se me planteaban un par de preguntas que quería compartir contigo. Por un lado, hacías hincapié en tu exposición sobre el peligro de trabajar desde un punto de vista que tratara de definir conceptos de vida buena en positivo, optando en tu caso por una definición más bien de fronteras para la vida buena, de límites a partir de los cuales ésta no es posible. Recordaba, en ese sentido, a la clásica distinción entre libertad positiva y negativa, canónica en la filosofía política. Ahora, ¿en qué sentido puede construirse genuinamente un proyecto político que no haga ningún tipo de consideración sobre las formas de vida en positivo? Más allá del ámbito de la definición, incluso la salvaguarda de esas fronteras mínimas tiene que suponer la instauración de mecanismos institucionales y estos, por definición, arrastran consigo ya formas de vida determinadas. ¿No es, en ese sentido, quizá tramposo pretender que se puede separar radicalmente los dos ámbitos, el positivo y el negativo?
Por otro lado, en tu intervención planteas que las necesidades deben jugar un papel central en la reflexión sobre las necesarias transformaciones en nuestros modos de vida que garanticen que se respeten, en la terminología de Raworth, tanto el techo ambiental como el suelo social. Pero, me pregunto, ¿es realmente tan sencillo distinguir necesidades humanas básicas de lo que autores del ámbito marxiano han denominado necesidades creadas o falsas necesidades? Sabemos hoy que familias africanas sacrifican parte de su alimentación para dedicar recursos a la adquisición de teléfonos móviles. Y nuestras sociedades, como conjunto, sacrifican el futuro y la estabilidad de Gaia a cambio de mantener la pulsión del desarrollo. ¿No supone eso un desafío al marco de las necesidades?
Gracias de nuevo y un saludo,
Adrián
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Carmen Madorrán Ayerra
Comentó el 11/12/2020 a las 10:41:01
Adrián:
Muchas gracias por tus preguntas.
Respecto a la primera cuestión, quizá hay una diferencia de plano que conviene tener en mente. Lo que propongo es un análisis teórico que creo que puede ayudarnos a pensar. Otro asunto, aunque relacionado, es la construcción de un proyecto político.
En este sentido, diría que sería más acertado poner el énfasis en qué satisfactores o por qué caminos tratamos de satisfacer nuestras necesidades. Entiendo que la defensa de determinadas formas de vida y satisfacción de necesidades que sean compatibles con la justicia y la sostenibilidad ecológica tiene más que ver con los satisfactores que con las necesidades, que considero universales.
Sobre la segunda pregunta diría que no es sencillo distinguir necesidades de deseos o necesidades creadas, como se ha planteado. Sin embargo, en ese empeño llevan ya décadas muchos autores de distintas tendencias y lo que he querido mostrar es que la coincidencia de sus listas de necesidades (las llamen así o bienes, capacidades, etcétera) son llamativamente coincidentes. El ejemplo que planteas no hace sino reforzar esto: precisamente la adquisición de un teléfono móvil responde a necesidades humanas igual de relevantes para nosotros que la alimentación como son el reconocimiento de nuestros semejantes, la equidad (el sabernos semejantes) y la participación. El enorme problema que tenemos es que, como sociedades, las formas mayoritarias de satisfacer esas necesidades (aquellas que favorece y potencia el capitalismo) son ecológica y socialmente destructivas. El problema, diría, y también la batalla política es con los satisfactores.
Muchas gracias de nuevo, un cordial saludo
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