CÓD.N03-S05-13 ONLINE

El desafío de la hospitalidad. De Levinas a Derrida

INTRODUCCIÓN

Atendiendo a la dramática actualidad de los flujos migratorios en distintas latitudes, así como a la “crisis de refugiados” que afronta Europa, urge proponer un nuevo paradigma ético-político desde el que pensar y abordar la relación con esos otros diferentes considerados extranjeros, que solicitan una acogida a la altura de nuestra humanidad compartida.

OBJETIVO

Frente a la respuesta policial, militar o securitaria que se ampara en cierto uso del derecho para levantar nuevos e infranqueables muros y que termina por culpabilizar o criminalizar a las personas migrantes, aquí se pretende plantear otro paradigma que pivote en torno al concepto de hospitalidad y que permita dibujar un horizonte de justicia alternativo, axiológicamente relevante y políticamente eficaz.

METODOLOGÍA

Situar las claves de ese paradigma a través de una revisión bibliográfica y análisis de la obra de Emmanuel Levinas y Jacques Derrida.

DISCUSIÓN

La filosofía de Levinas nos permite pensar la dimensión ética de la hospitalidad en toda su complejidad como algo definitorio del ser humano. “El sujeto es un anfitrión” dice Levinas en Totalidad e Infinito, una obra que en palabras de Derrida –quizá su mejor lector– puede ser considerada como un “tratado de la hospitalidad”. Efectivamente, para Levinas nuestra identidad se construye siempre en relación con los demás, necesitamos pasar por el otro para decirnos a nosotros mismos, siendo éste la piedra de toque de lo que somos: me descubro a mí mismo como responsable, como respondiendo a la llamada del otro que es una llamada de acogida. Salta a la vista así una primera paradoja en torno a la cuestión de la hospitalidad, tal y como se puede rastrear en la misma etimología de la palabra: hostes, huésped, es el nombre que vale tanto para referirse al que recibe como al que es recibido. Levinas nos pone sobre la pista de uno de los elementos nucleares de su propuesta: pensar la categoría de “extranjero” como clave de nuestra común condición humana. Pero el sujeto no es sólo anfitrión, también es rehén del otro, la vulnerabilidad de su rostro se presenta como altura, imperativo ético que obsesiona al yo hasta la persecución. Con ese giro hiperbólico el planteamiento levinasiano se aproxima a la “ética del don”, testimoniando de ese modo que la dinámica de la hospitalidad desborda todo cálculo económico. Desde esa perspectiva se pone de manifiesto, igualmente, una segunda paradoja que también se refleja etimológicamente: la delgada línea que separa al hostes del hostis o del enemigo implica que el desafío ético de la hospitalidad debe articularse políticamente para no convertirse en su antítesis, la hostilidad. De la mano de Derrida plantearemos aquí la necesidad de esa vertiente política y nos interrogaremos sobre sus potencialidades, riesgos y virtualidades.

CONCLUSIONES

Proponemos, en definitiva, pensar y defender con Levinas y Derrida la lógica inclusiva de la democracia y mostrar hasta qué punto ésta es incompatible con el tratamiento de la cuestión migratoria en la actualidad.

Palabras clave

democracia ética. extranjero hospitalidad Política

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Pablo Pérez Espigares

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Hay 4 comentarios en esta ponencia

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      Álvaro Rosa Rivero

      Comentó el 11/12/2020 a las 09:30:05

      Estimado Pablo:
      La presentación que desarrolla en de gran actualidad, y creo que la "hospitalidad" parece estar en crisis en los países más desarrollados. La metáfora que emplea del Mediterráneo como naufragio de toda la humanidad me parece muy acertada. Querría preguntarle dos cuestiones:
      ¿Existe realmente hospitalidad hacia el inmigrante en nuestro país? ¿Puede decirse que esta crisis hospitalaria tiene sus raíces en el indivualismo del hombre contemporáneo?
      Un saludo muy cordial,
      Álvaro

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        Pablo Pérez Espigares

        Comentó el 11/12/2020 a las 20:57:27

        Hola Álvaro, gracias por tu pregunta. En efecto, como tú mismo planteas, yo creo que en ese individualismo está gran parte del problema. La respuesta que se da desde Estados considerados democráticos y que han suscrito acuerdos internacionales creo que es insuficiente y desde luego mal coordinada. Los Reglamentos de Dublín han permitido la externalización de fronteras y se inspiraron en ese acuerdo vergonzoso entre la UE y Turquía. En España las últimas sentencias del Tribunal Supremos avalando las "devoluciones en caliente" que permitía la Ley de Seguridad Ciudadana, son preocupantes. No obstante, la sociedad civil y la respuesta de la ciudadanía hasta ahora es más abierta que esa política desarrollada institucionalmente, a pesar del auge de planteamientos xenófobos. Lo grave y llamativo es, de nuevo, que en ciertos Estados se criminalice a aquellas asociaciones que intentan dar una respuesta y ofrecer una ayuda que ellos no dan. Queda mucho camino por recorrer para estar a la altura de esos Derechos Humanos que marcan el horizonte de lo que decimos proponernos. Un cordial saludo

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      CELIA GUADALUPE Morales González

      Comentó el 11/12/2020 a las 03:53:52

      Hola Pablo, un saludo desde México compartimos los mismos sentimientos y la situación que planteas es también familiar en nuestro país, el problema de la migración es un tema que requiere atención. Mi pregunta concretamente es respecto a la necesidad de cómo observar los problemas de migración desde una perspectiva humanitaria con la lógica inclusiva de la democracia que propones?
      Cordialmente Celia Guadalupe

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        Pablo Pérez Espigares

        Comentó el 11/12/2020 a las 21:06:52

        Hola, Celia Guadalupe. Gracias por tu pregunta, que es compleja y para la que obviamente no tengo todas las claves. Como siempre se suele decir en estos casos, creo que la educación para aceptar la diversidad y la diferencia es fundamental, generar espacios de diálogo desde la escuela para entender las diferencias culturales, la complejidad del mundo actual, nuestra propia historia, que está trufada de procesos de emigración en momentos dramáticos también. Educar en Derechos Humanos por tanto como primer paso básico para una sociedad civil activa, comprometida, capaz de participar políticamente para hacer de vigilante de los desmanes del poder político. Los derechos de los demás son nuestra responsabilidad como ciudadanos, de cada uno de nosotros, no es sólo una cuestión o un deber de los Estados (es una de las conclusiones a las que se puede llegar desde Levinas cuando pretende un política éticamente orientada). Por otro lado, para una acogida en condiciones hace falta en efecto un Estado solidario, que desarrolle políticas sociales encaminadas a fomentar la igualdad y el reconocimiento de la diferencia (Nancy Fraser tiene un texto brillante y lúcido al respecto: "identidad, igualdad y justicia social"). Un abrazo y gracias por tu pregunta.

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