CÓD.N03-S06-19 ONLINE

Evolución y sentido del pensamiento de la cría en la filosofía de Nietzsche

La ponencia analiza la evolución del pensamiento de Nietzsche bajo la égida del proyecto de reforma cultural y transformación del ser humano que se expresa con el concepto de “cría” (Züchtung), privilegiando la lente de la continuidad. El objetivo es explicitar el desarrollo de este pensamiento a lo largo de su trayectoria intelectual, así como ofrecer una propuesta interpretativa. Züchtung es un concepto polisémico propio de la zoología y la botánica de su tiempo, que puede traducirse por «cría» o «cultivo» según los contextos. No es un concepto acuñado por Nietzsche, sino que se encontraba en el ambiente científico-cultural de la época — las primeras traducciones de Darwin al alemán tradujeron “natural selection” por “natürliche Züchtung”. Nietzsche se familiarizó con el término empleado por la escuela darwinista desde 1873, como muestra un apunte de lectura del economista darwiniano Walter Bagehot en sus cuadernos privados, en el que se define la nacionalidad como «consecuencia de rígidas normativas de gobierno, un tipo de cría (einer Art Züchtung) impuesta mediante la violencia circundante y la domesticación»[1]. A pesar de esta temprana recepción, parte del público filosófico considera esta noción como un desatino del Nietzsche más radical, al borde de la locura en 1888, a mi juicio con una voluntad interesada de quitarle importancia por considerarlo algo afín a una eugenesia. Ahora bien, son posibles otras lecturas más vanguardistas en clave biopolítica o posthumana. También es frecuente que los especialistas atiendan únicamente  a la distinción entre «moral de la cría» y «moral de la doma» presentada en El crepúsculo de los ídolos, a mi juicio erróneamente, teniendo en cuenta que doma (Zähmung) es un concepto tardío con presencia limitada que aparece a partir de 1884, mientras que «cría» goza de toda una trayectoria consistente.

“Cría” aparece en sus escritos en primer lugar como categoría de análisis del “filosofar histórico” que Nietzsche practica a partir de Humano, demasiado humano. El concepto le permite problematizar el alcance fisiológico de la moral y la cultura, las lógicas inconscientes que determinan que de hecho las distintas culturas críen distintos tipos de seres humanos. Este análisis histórico (pre-genealógico) revela cómo nuestras formas de vida, nuestras costumbres, nuestras organizaciones instintivas y pulsionales, son el resultado de un largo proceso de cultivación y asimilación en relación a un tipo de ser humano y sus necesidades específicas en el seno de una cultura específica. Ciertamente los usos de «cría» en los escritos aforísticos son claramente menores, pero sí que comienza a emerger con claridad las distintas temáticas con las que converge este concepto y su problemática: por ejemplo, mediante la figura del médico-filósofo, el cuestión de la heredabilidad de los caracteres adquiridos, el pensamiento de la gran salud, o la metáfora vegetal de la “planta-hombre”, cuyo sentido selectivo anticipa en gran medida la Züchtung en su connotación botánica de cultivo.

La cría obtiene un momento marcadamente positivo a partir de Así habló Zaratustra, donde se aprecia un “salto a la acción” o una llamada a la intervención: un deseo de que la humanidad tome las riendas de su destino y escape del dominio del azar que ha reinado hasta entonces. Finalmente, a partir de Más allá del bien y del mal, la cría gana una destacable presencia, por ejemplo como tarea de los filósofos legisladores orientados a la transformación del ser humano y reforma del mundo, hasta llegar a las formulaciones más tardías de finales de 1888, en las que la Gran Política «quiere crear un poder lo suficientemente fuerte para criar a la humanidad como un todo superior»[2].

[1] NF-1873,29[48], FP I pp. 502-503. Traducción modificada.

[2] NF-1888,25[1], FP IV p. 774.

Palabras clave

biopolítica Filosofía Moral Nietzsche

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Hay 4 comentarios en esta ponencia

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      María del Carmen Molina Barea

      Comentó el 10/12/2020 a las 14:27:01

      Estimada Marina: Felicidades por este interesante y atento trabajo dedicado al concepto de “cría” en Nietzsche. Me ha aportado ideas muy enriquecedoras, y al mismo tiempo me ha despertado algunas cuestiones intrigantes, por ejemplo, el rol que desempeña la acción de “incorporar” en el proceso de cría. Si entendemos la incorporación como una regulación del cuerpo instintivo en tanto que premisa y funcionamiento básico de la cría, ¿qué diferencia hay respecto de la domesticación a la que ha venido siendo sometida la “bestia rubia” o el “animal gregario”? Por otra parte, me han llamado la atención las expresiones “cría del actor” y sobre todo la dietética y terapéutica de la vida, que agradecería si las pudieras desarrollar algo más en relación y contraposición a la tarea del médico-filósofo. Finalmente, si Nietzsche se vale, no solo de la metáfora de la cría, sino también de la de cultivo y habla de los agricultores del espíritu en la tarea de moldear todo el potencial de la planta del ser humano, ¿sería posible afirmar entonces una “anti-cultura” nietzscheana, en el sentido ciceroniano de “colere”? Gracias.

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        Marina García-Granero

        Comentó el 11/12/2020 a las 21:40:00

        Estimada María del Carmen:
        Muchas gracias por tus palabras, por dedicar tu tiempo a escuchar mi ponencia y por tus atentas y elaboradas preguntas. Te contesto mañana sin falta, disculpa la tardanza, pero he tenido unos días muy cargados y termino ahora de ver las ponencias de nuestros colegas de mesa. Mañana con calma reflexiono y te contesto de la mejor manera que pueda. Gracias por tu paciencia. Un cordial saludo,
        Marina

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        Marina García-Granero

        Comentó el 12/12/2020 a las 22:06:52

        Estimada María del Carmen:
        Me permito responder también por orden diacrónico de los conceptos.
        Desde sus primeros escritos, Nietzsche ve en las cosas “pequeñas” cotidianas de la vida, como la alimentación, el entorno en que se vive, el clima o el ocio, elementos significativos de la cultura que afectan enormemente las vidas individuales y colectivas. Esto es lo que expresa en su concepción de la cultura, desde la primera Consideración intempestiva sobre David Strauss, y la segunda, “Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida”. Ya en estos escritos Nietzsche se queja de que la cultura se conciba como una “decoración de la vida” y no como un problema fundamental y constitutivo del modo de ser y de vida de las personas. Y eso es también lo que significa de modo sencillo la figura del médico filósofo, un filósofo que no sólo se preocupe por los temas tradicionales de la filosofía, sobre todo de la metafísica, y localice el problema de la cultura en el cuerpo. Toda la cuestión del médico-filósofo y la terapéutica la suelen tratar quienes se especializan en los escritos aforísticos o en el llamado “período intermedio”. Por ejemplo de Michael Ure “Nietzsche’s Therapy. Self-Cultivation in the Middle Works o Keith Ansell-Pearson “Nietzsche’s Search for Philosophy. On the Middle Writings”, o también está muy bien expuesto en "El itinerario intelectual de Nietzsche" de Sánchez Meca. Ciertamente en estos años Nietzsche emplea estos términos más amables en sus obras publicadas, y en cambio a partir de Zaratustra, que en palabras de Nietzsche es “un criador”, ya se emplean estos otros términos más crudos. Pero es por ello que a mi modo de ver todo esto expresa un mismo pensamiento, el desarrollo de una trayectoria coherente, y de ningún modo una ruptura. Aquí además entra en juego a mí modo de ver la crítica de la verdad representacional. El médico filósofo elabora un diagnóstico, porque hay cosas como la enfermedad que no se refutan, sino que han de ser curadas. La fuerza de los conocimientos, para Nietzsche, no reside en su grado de verdad, sino en el hecho de que mediante la herencia han sido incorporados y devenido condiciones de vida.

        Sobre la incorporación (en alemán Einverleibung, también se traduce por asimilación, pero a mí me gusta mantener la raíz del Leib, del cuerpo), me parece que conviene explicar también su comprensión del instinto. Los instintos son instancias primeras del comportamiento, pero no son fuerzas unívocas, innatas o fijas, sino que son condiciones de existencia que han sido incorporadas primero por el efecto de la coacción, luego la costumbre, que sostenida largo tiempo crea la necesidad y finalmente la inclinación natural. En perspectiva nietzscheana es posible lanzar la pregunta sobre qué nos enseña un determinado punto de vista sobre quién lo sostiene: porque las estimaciones de valor de una persona revelan algo de la constitución de su alma, dónde ve ella sus condiciones de vida, sus necesidades (Más allá del bien y del mal, 268). Bajo este presupuesto equipara las morales ascéticas (por ejemplo, el cristianismo, o la ética de Sócrates) con la morbidez y la enfermedad, esto ya lo hacía en los escritos aforísticos cuando proponía el médico filosófo. Ello se debe a que los instintos y pulsiones son tanto el origen de los valores como el producto de su alimentación o incorporación, de modo que no hemos de pensarlos como principio absoluto o punto de partida, sino como procesos dinámicos con posibilidad de cambio. El instinto es una disposición afectiva, un comportamiento mecanizado, que se inscribe en los órganos, un hábito que tras encarnarse se ha convertido en automático. Así, frente a lo que podría pensarse dada la comprensión habitual, el instinto es un juicio muy elaborado y mediado, al ser el producto derivado de la interacción entre el organismo. Teniendo en cuenta esta retroalimentación, se puede afirmar que el cuerpo débil creó el cristianismo, pero también, y al mismo tiempo, que el cristianismo perpetúa el cuerpo débil, porque llega un momento en que los gustos y los juicios son incorporados y pasan a convertirse en instintos que actúan espontáneamente sin necesidad de estímulo.

        A mi juicio esa es la diferencia fundamental entre las crías que plantea Nietzsche: la cría del animal gregario es por supuesto una cría, y la bestia rubia ha sido domada, en cambio la cría que consiste en una reconciliación entre natura y cultura como parte de un único proceso. Por otro lado, el ideal ascético refleja una política de dominación de la vida, que preserva a través de la supresión o contención de sus impulsos. Mientras que en el animal gregario se le ha inculcado una moral de la igualación, un ideal de conservación y adaptación (como en el darwinismo social), la cría que propone Nietzsche un carácter aristocrático, de distinción, de pluralización de formas de vida, y debe ser entendida como contrafuerza frente a las tendencias niveladoras de las sociedades de masa modernas. Por ello, muchos especialistas, por ejemplo Diego Sánchez Meca, ven en Nietzsche una ética de la singularidad.

        De la bestia rubia hablo bastante en este artículo: https://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/view/62425 pero por resumir, no tiene a mi juicio un contenido sustantivo, no es un modelo a seguir. Es una hipérbole con sentido sino crítico, es una denuncia del proceso civilizatorio europeo, que inspirado por la moral cristiana ha subyugado la animalidad del ser humano y su patrimonio instintivo.

        Sobre la cría del actor o del comediante, es un aforismo del libro quinto de La gaya ciencia (añadido en 1887) en el que habla de los judíos como un pueblo de literatos y comediantes natos y ve en ellos «una institución histórico-universal para la cría de comediantes» (La gaya ciencia, 361), sugiriendo así la conexión entre una constitución fisiológica (la de los judíos) y una determinada disciplina artística. El arte, como vehículo comunicante de contenidos morales y culturales, puede también ser un síntoma o un remedio. En los textos maduros sobre la fisiología del arte, analiza la función del arte en estos términos clínicos. en su carácter de condición (o condicionante) para la vida, arguyendo la imposibilidad de separar las actividades humanas de la vida y su impacto fisiológico (esto ya estaba en La gaya ciencia 110, desde la primera edición). Uno de los presupuestos bajo los que se expresa y opera la noción de cría es la disolución de la antinomia entre razón y cuerpo, y la profunda interconexión entre toda actividad (cultural, intelectual, artística, etc.), y la vida orgánica, la condición vital del cuerpo que la ha posibilitado, la condición instintiva de ese organismo y el tipo de instintos que predominan en él. (Por si te interesa más sobre lo del actor, Campioni, Giuliano, “Fisiología de la ilusión y de la décadence: el problema del actor y del teatro en Nietzsche y Wagner.” Estudios Nietzsche 7 (2007): 37-54. Chaves, Ernani, “Considerações sobre o ator: uma introdução ao projeto nietzschiano da fisiologia da arte.” Trans/Form/Ação 30.1 2007: 51-63)

        Disculpa la respuesta tan larga, el retraso en contestarte, y muchas gracias por tus preguntas, que testimonian una cuidadosa escucha de mi ponencia. Un afectuoso saludo

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          Marina García-Granero

          Comentó el 12/12/2020 a las 22:24:04

          Me olvidaba: lo de Ciceron excede mis conocimientos. He consultado el volumen de la Biblioteca Nietzsche y hay volúmenes de Obras Completas de Ciceron, más de 30 volúmenes, también libros sobre Ciceron, por supuesto como filólogo podemos dar por hecho que sería conocer y que habría recibido influjo de su estudio. No termino de comprender por qué sugieres una "anti-cultura" y no una cultura, quizás anti-cultura por ser crítica de la cultura, por ser una propuesta de cultura "en lugar de"(como en el griego anti-) la mayoritaria . Entiendo que colere es la palabra en latín, del mismo modo que en español conservamos ese sentido de cultura, por ejemplo en cunicultura o acuicultura. Pero interpretativamente no sabría responderte del todo. Disculpa.

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