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Memoria y desencanto: Mimoun en el sistema narrativo de Rafael Chirbes

La demanda social por la reparación de las víctimas del franquismo ha adquirido, desde principios de siglo, una importancia creciente, y la memoria histórica ha pasado a ocupar un lugar central en el debate público. Con la crisis económica de 2008 y la crisis institucional resultante de esta, el foco de atención experimentó un desplazamiento desde la Guerra Civil y la dictadura hasta la Transición, entendida esta como mito fundacional del régimen democrático español. La cultura no ha sido ajena a este proceso, y desde hace más de una década se vienen produciendo manifestaciones crecientes que se nutren de —y que abogan por— esta memoria colectiva.

Uno de los autores más importantes en el campo de esta nueva corriente memorialística es Rafael Chirbes (1949-2015), cuya obra se basa constructivamente en la recuperación de la memoria de los vencidos. Esta voluntad articula toda su trayectoria narrativa y la convierte en ejemplo de coherencia y unidad. Su propuesta literaria representa la historia de España reciente como un continuum organizado y consecutivo, que se eslabona etiológicamente desde la guerra hasta la crisis, pasando, por supuesto, por el franquismo y la Transición.

Este reinado de la memoria se hace evidente en casi todas sus obras. Entre ellas hay una, sin embargo, con ciertas peculiaridades: Mimoun (1988), su primera novela publicada. Se diferencia formalmente tanto de las demás que podría considerarse, si no ajena al resto de su producción, al menos no suficientemente integrada en ella. El objetivo de esta ponencia es demostrar la inserción orgánica de Mimoun en la unidad narrativa que forman las novelas de Chirbes. Para ello, se hace necesario una lectura comparatista y contextual de esta obra en el conjunto de su narrativa para establecer cuáles de los principios que sostienen el andamiaje estético e ideológico de la narrativa de Rafael Chirbes están presentes en ella.

La crítica señala la relación de Mimoun con el desencanto (Marco Janner, 2011) o la presenta vinculada a la mitología juvenil de la transición (Blanco Aguinaga, 2011), pero sin entrar en detalles. Abordan la especificidad de la novela, pero no su lugar dentro de la trayectoria de Rafael Chirbes. Por otro lado, las conclusiones de los estudios poscoloniales sobre la novela (Yeon-Soo, 2005) pueden armonizarse con la manera como la crítica a la transición se articula simbólicamente, de lo que ya habido algunas sugerencias (Orsini-Saillet, 2008).

Los resultados de la investigación evidencian que, más allá de diferencias singularizadoras, ya se hallan en Mimoun las constantes estéticas que conforman la trama de su sistema novelístico. En su génesis se percibe, aunque sin la explicitud de otros relatos, la visión crítica de una Transición que arrojó al olvido a las víctimas del franquismo. La imposibilidad de construir un futuro sin tener en cuenta la historia reciente de España es el tema que subyace en Mimoun. Y su organización a través de símbolos vinculados a los personajes y el espacio, lejos de segregar la novela del conjunto del sistema narrativo del autor, la integran definitivamente en el universo chirbesiano.

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Memoria histórica Mimoun Narrativa española actual Rafael Chirbes Transición

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Hay 10 comentarios en esta ponencia

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      Antonio Alías

      Comentó el 10/12/2020 a las 14:03:19

      Hola, Alejandro. Gracias por tu ponencia. Te quiero preguntar acerca del concepto de memoria en el que sostienes tu lectura (varias cuestiones): ¿Cómo articularías el sentido de la literatura de Chirbes frente a lo ideológico que a este concepto le damos contemporáneamente? En cuanto a tus justificaciones teóricas, ¿cuáles son, concretamente, tus referencias sobre este concepto? ¿has pensado que el concepto de memoria -y su explotación académica- acaban con su complejidad epistemológica? Creo que es fundamental seguir pensado la memoria no solo como categoría estética, sino también desde su fundamentación crítica. Muchas gracias por tu atención.

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        Alejandro J. López Verdú

        Comentó el 10/12/2020 a las 16:12:14

        Hola, Antonio. Muchas gracias por tus preguntas que, sin duda, señalan cuestiones fundamentales que dan un paso atrás y se sitúan por delante de la investigación concreta. La cuestión de la ideología merece especial atención cuando se habla de Chirbes porque este autor, a diferencia de otros que se pretenden equidistantes, considera imposible desligar ideología y estética. La novela tiene siempre un pacto social, antes que con el lenguaje, y es alumbrar una perspectiva de realidad en la que no se ha incidido o se ha dejado pasar por alto: en este caso, el comportamiento de los diferentes grupos sociales e instituciones durante la Transición, entre otros periodos críticos de la historia reciente española, su responsabilidad en el pacto de olvido y la asunción de los principios neoliberales que forjaron la nueva sociedad. Es algo que plantea es sus dos libros de ensayos, El novelista perplejo y Por cuenta propia. Allí da cuenta de sus influencias literarias, pero también de su concepción de la historia –marxista–, su teoría estética y las relaciones que esta tiene con la literatura.

        Un saludo,
        Alejandro.

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      Raquel Rocamora Montenegro

      Comentó el 10/12/2020 a las 12:03:29

      Enhorabuena por tu ponencia, Alejandro. Has dicho que Mimoun tiene muchas más relaciones con París-Austerlitz que con el resto de la obra y consideras que se necesita introducir una reforma en la propuesta de Basanta. ¿Cómo quedaría entonces la división de las obra de Rafael Chirbes? Porque has señalado algunos pares, pero no has abordado el conjunto más allá de esos grandes bloques. Muchas gracias por tu respuesta. Un saludo.

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        Alejandro J. López Verdú

        Comentó el 10/12/2020 a las 12:41:28

        Hola, Raquel. Esta es una pregunta difícil de responder porque tiene muchas respuestas. Todo depende del criterio con arreglo al cual quieras establecer la taxonomía de las obras de Chirbes. La que establece Basanta es muy acertada, dos bloques, uno caracterizado por el protagonismo individual y su alcance generacional y otro entendida como “grandes sinfonías”, definición que está muy relacionada con la polifonía. Creo que la extensión de las novelas de este segundo bloque responde también a una voluntad totalizadora de toda la sociedad: al haber más personajes y, sobre todo, la necesidad de exponer los puntos de vista de todos estos personajes, las novelas van creciendo.

        El problema, por un lado, es que, si bien es cierto que Mimoun podría tener más bien un alcance generacional, no ocurre lo mismo con el resto de las novelas de ese primer bloque, que a mi juicio llegan a mucho más. Y, por otro, esta división, insisto que válida, me parece insuficiente cuando bajamos a un nivel más concreto de análisis.

        Creo que en la obra de Rafael Chirbes hay unas cuantas novelas que se podrían agrupar por dípticos, y de hecho así lo hizo Chirbes en una ocasión con La buena letra y Los disparos del cazador cuando las publicó conjuntamente bajo el nombre de Pecados originales. En este caso, una sería el envés de la otra: las visiones de los narradores, una mujer pobre víctima de la guerra y un hombre empresario afecto al franquismo enriquecido gracias a sus contactos con el régimen, adquieren un valor especial cuando se contraponen.

        En los casos de Mimoun y París-Austerlitz o Crematorio y En la orilla, las relaciones son de otro tipo. En el primer par, la segunda novela reproduce lo que encontramos en Mimoun, pero en otros ámbitos, otros dilemas y otros personajes, pero son dos novelas que van de la mano en su ambientación extranjera y la negación por parte de sus narradores protagonistas de su pasado, que es el pasado de la historia reciente de España, la Transición y el régimen franquista. Ahora bien, sí es cierto que en París-Austerlitz, tal vez por todo el recorrido de Chirbes hasta esta novela, hay muchos más temas y elementos que son muy propios del resto de su obra. En el segundo par, las llamadas novelas de la crisis, la relación primera es evidente: Crematorio es el antes y En la orilla el después de la especulación edilicia y el estallido de la burbuja que produjo la crisis económica de 2008, aunque haya, claro está, muchas más cosas.

        El problema aparece en las novelas que quedan: En la lucha final, La larga marcha y La caída de Madrid y Los viejos amigos. Todas estas forman un continuo cronológico determinado por las generaciones a que pertenecen sus protagonistas. Sus relaciones van más allá de lo temático porque incluso aparecen los mismos personajes en diferentes novelas, ya con el mismo nombre, ya con una caracterización tan similar que pueden ser asimilables, especialmente las tres últimas, en las que se presenta la evolución de la generación a la que perteneció Chirbes, desde la militancia revolucionaria y las preocupaciones artísticas de juventud hasta la absoluta nada de Los viejos amigos. Aquí ya no optaría por establecer varios dípticos entre ellas, si bien es cierto que si La caída de Madrid nos muestra el último día de vida de Franco, el inicio oficial de la Transición, En la lucha final muestra cómo aquellos que hicieron esta en realidad solo buscan su propio interés, mantenerse en el “peldaño de arriba”, por más que lo escondan con una doblez adquirida en la costumbre de la clandestinidad. Y lo mismo ocurre, quizá con más evidencia, entre La larga marcha y Los viejos amigos, como ya he indicado.

        Es, insisto, una pregunta de difícil respuesta, pero muy pertinente. Esta que he dado puede cambiar mucho si el criterio fuera, por ejemplo, la época tratada –más allá de que todas nos remitan, de una manera u otra, al mito fundacional de la Transición–: guerra, dictadura –primer o segundo periodo– o Transición.

        Un saludo,
        Alejandro.

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      Luca Scialò

      Comentó el 10/12/2020 a las 09:59:46

      Buenos días Alejandro. En primer lugar, muchísimas gracias por tu comunicación. Aunque tu ponencia se centre en el intento de ubicar y entender debidamente la novela "Mimoun" en el universo narrativo de Chirbes, hay un tema -que en tu ponencia está en segundo plano, pero que creo podría debatirse más detenidamente- que me interesa mucho. Al comienzo de la ponencia, describes la finalidad de la obra de Chirbes como la "recuperación de la memoria de los vencidos" frente al pacto del olvido establecido por los protagonistas de la Transición.
      Mi pregunta es la siguiente, ¿no fue justamente la superación de la escisión entre vencedores y vencidos, impulsada tanto desde intelectuales inicialmente afines al régimen (véase Ridruejo y su temprana polémica entre excluyentes y comprensivos) como, a partir de mediados de los años cincuenta, por el mismo PCE en la figura de Carrillo, el pilar ideológico que aglutinó las fuerzas de la oposición democrática al régimen franquista? Aunque es cierto que hubo una manipulación ideológica de este proyecto antifranquista, ¿reivindicar la memoria de los vencidos no sería agarrarse a unas oposiciones y enfrentamientos que quienes habían luchado contra el régimen se habían esforzado en dasactivar?
      Muchas gracias por tu respuesta.

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        Alejandro J. López Verdú

        Comentó el 10/12/2020 a las 15:59:59

        Hola, Luca. Muchas gracias por tu pregunta. Efectivamente, aunque esté en segundo plano, la recuperación de la memoria de los vencidos es el objetivo de la obra de Chirbes, lo que motiva la escritura de este autor.

        Efectivamente, puede ser que la política de reconciliación nacional y la asunción dl PSOE de las políticas liberales facilitaran la relación con el gobierno franquista para poder comenzar y desarrollar políticamente la transición hacia la democracia. Pero siempre hubo un sector en contra de las políticas en las que se basó la transición: los franquistas recalcitrantes, algunos sectores nacionalistas y parte de una izquierda marxista, a la que pertenecía Chirbes.

        Chirbes recupera la memoria, como muchos otros autores, para confrontar con el régimen actual. Considera que la Transición falló: fue un acuerdo de las élites, una negociación con las fuerzas del franquismo. Para él, la reforma no tenía realmente un contenido de ruptura democrática, siguiendo con los típicos debates de la época. Y considera que aquellos partidos que adoptaron una actitud de olvido y renegaron de los principios solidarios fueron traidores a esa tradición de izquierdas. La transición fue una traición y el resultado fue un Estado neoliberal y amnésico en cuya fundación se encuentran prefigurados todos los males y errores actuales. Es la visión crítica de la transición por antonomasia.

        No obstante, más allá de esta concepción de la historia que encadena un desastre tras otro y señala como responsable primera y última a la Transición –lo que desvía, en ocasiones, la atención de otras causas–, es normal que se quiera revisar la historia ahora que las circunstancias son propicias para ello: ha pasado tiempo, hay distancia. No estoy seguro de hasta qué punto España es un país atípico en este tema del olvido: otros países de historia traumática también tuvieron que dejar pasar unas cuantas décadas antes de revisar su historia. El problema tal vez sea ahora la situación de crisis económica y de representatividad, que invita a una solución muy fácil: impugnar la transición en su totalidad. Si por un lado, quizá el la distancia temporal permite abordar una revisión del pasado, la situación crítica dificulta un análisis sosegado. También es posible que analizar el trauma nunca deje de ser incómodo.

        Un saludo,
        Alejandro.

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          Luca Scialò

          Comentó el 10/12/2020 a las 18:01:24

          Gracias por tu respuesta. Emerge aquí toda la complejidad de un tema que, por lo demás, dominas completamente.
          En efecto, cierta impugnación de la Transición, no siempre fundamentada en el conocimiento de los hechos, está hoy en día muy de moda. Más comprensible y fundamentado me parece el desencanto de Chirbes, aunque, también en este caso, hay muchos factores que poco tienen que ver con los supuestos "fallos" de la Transición, y mucho con un contexto político y económico de finales de los setenta y comienzo de los ochenta que marca el progresivo auge de las denominadas "revoluciones conservadoras" y la crisis de los partidos comunistas y de las expectativas de cambios sociales profundos y duraderos.
          Una vez más, ¡enhorabuena por tu ponencia!

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      Matteo Lobina

      Comentó el 10/12/2020 a las 00:27:10

      Gracias por tu ponencia, Alejandro. Mi pregunta: entre los escritores que se acercan al tema de la memoria histórica hay por ejemplo Javier Cercas, el cual después de la publicación del novela “El impostor” fue criticado por haber extendido la culpa del “pacto de olvido” de la transición, la culpa del silencio sobre la memoria, a toda la sociedad española, ofreciendo un relato que culpabilizaba sin excepciones: todos maquillan su pasado. Hay en la obra de Chirbes, en cualquier manera, esta misma visión de la transición y del desencanto? ¡Muchas gracias!

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        Alejandro J. López Verdú

        Comentó el 10/12/2020 a las 13:31:12

        Hola, Matteo. Gracias por la pregunta, que estoy encantado de responder porque son estos dos autores, Chirbes y Cercas, los que más claramente representan las dos concepciones de la historia, que podríamos llamar la crítica, tradicional de la izquierda, y la del consenso oficial.

        Chirbes es marxista y escribe para desmontar la Transición como el resultado de ese mito del consenso transaccional. Si Cercas recupera la memoria de las víctimas para integrarlas en el régimen democrático y hacerlo más estable, Chirbes hace justo lo contrario: opone la visión de las víctimas con el fin de demostrar que la Transición y el régimen que surgió de él es el resultado del chalaneo entre las élites. No iguala a víctimas y victimarios, sino que establece una clara división entre ambos señalando como culpables a aquellos que han hecho lo posible por olvidar. Y considera entre los principales responsables de la desmemoria a aquellos partidos de la oposición que traicionaron la oposición de izquierda.

        La responsabilidad del pacto de olvido no es, por tanto, algo que extienda a toda la sociedad, porque en la sociedad también están las víctimas, sino solo a aquellos que salieron vencedores, de un modo u otro, de las muchas luchas del siglo XX: guerra, dictadura, transición, crisis. Dedica especial atención a las nuevas generaciones, la suya entre ellas, que se desentienden de la memoria porque les supone un obstáculo para medrar en la sociedad surgida de la Transición. El ejemplo más claro de esto aparece en La buena letra. El hijo de Ana, la narradora, víctima de la guerra, llega a un acuerdo con otro familiar enriquecido, un vencedor de segunda hornada, para derruir la casa de su madre, símbolo de la memoria, y construir un bloque de viviendas con el que especular, siguiendo el camino del enriquecimiento rápido que había marcado el neoliberalismo asumido por la Transición.

        Un saludo,
        Alejandro.

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