CÓD.N05-S01-B-09 ONLINE

Donaires femeninos. El tratamiento de la figura del gracioso por parte de las dramaturgas del siglo de oro.

Introducción:

Mientras que el canon es un espacio reducido y aparentemente estanco e inmóvil, la periferia es dinámica y heterogénea. Si bien es tentador dibujar una dicotomía simple que enfrente el poder dominante con el sujeto subalterno, lo cierto es que no existe un único grupo marginal que dialogue con el poder hegemónico. Se trata, más bien, de diversos grupos que conversan con el poder dominante y entre sí, grupos porosos y flexibles. De manera que un mismo individuo puede encontrarse (y definirse) a través de varios rasgos de la marginalidad: sexo, raza, religión, clase social, etc.

 

Objetivos:

Es indudable que existe y ha existido tradicionalmente opresión en la figura de la mujer. Sin embargo, no es comparable la experiencia de una mujer blanca y de clase social elevada a la experiencia de la mujer criolla, la mujer negra o la mujer de clase económica inferior. Esto plantea la pregunta de cómo se relacionan los subalternos entre sí. En concreto, en este caso se explora la cuestión de cómo se relaciona la dramaturga, subordinada por el hecho de ser mujer, pero elevada por su posición económico-social, con los individuos masculinos, (y por tanto dominantes), pero de clase inferior (dominantes en el espacio subalterno). Esto cristaliza en un estudio de la figura del criado gracioso en las obras de teatro firmadas por mujeres: “El muerto disimulado” de Ángela de Azevedo, “Valor agravio y mujer” de Ana Caro y “Los empeños de una casa” de Sor Juana.

La figura del gracioso en el teatro áureo se construye con un personaje masculino de clase baja, un criado ingenioso pero cobarde y glotón que se deja llevar por las bajas pasiones, egoísta e interesado. De manera significativa, la subalteridad del personaje se manifiesta incluso través del nombre. El criado no lleva nombre de persona, no es Juan, Lope o Diego, sino que porta nombre de objeto o animal: Clarín, Ribete, Papagayo, etc.

 

Discusión y conclusiones:

Entendiendo que la función de una obra literaria es reproducir la ideología dominante, manteniendo al sujeto subalterno en posición inferior, entonces la construcción del gracioso contribuye a reforzar la separación de clases sociales. Es por ello interesante analizar si las obras de las dramaturgas, sujetos subalternos y frecuentemente exiliados del círculo del canon, repiten este patrón de dominación hacia los sujetos de clase social inferior o, si por el contrario, estas autoras encuentran espacio para mostrar solidaridad hacia el gracioso. Al mismo tiempo, es fundamental mantener en mente a Spivak y la noción de que el subalterno no podrá hablar mientras utilice los medios y el discurso del poder dominante. Precisamente la comedia conlleva una serie de expectativas en cuanto a su forma, estructura y desarrollo de las que es difícil escapar. Es por ello comprensible que se reproduzcan ciertos patrones cuando la energía de la autora se dirige en primer lugar a justificar su posición como creadora y arañar un espacio para sí en el mundo de las letras.

Palabras clave

arquetipo mujeres siglo de oro subalterno Teatro

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Preguntas y comentarios al autor/es

Hay 5 comentarios en esta ponencia

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      Miguel Ángel Albújar-Escuredo

      Comentó el 11/12/2020 a las 18:31:26

      Muchas gracias por compartir su presentación virtual, Dr. Herraiz Gutierrez. A raíz de su análisis del personaje del “gracioso” en la comedia barroca me asalta la intuición de que podría ser muy interesante, al menos desde un punto de vista narratológico (aunque puede también que como comparación sociológica), el comparar la figura de este “gracioso” con la de los personajes de comedias populares contemporáneas españolas. Me viene a la cabeza, de sopetón, Al otro lado de la cama (2002), Días de fútbol (2003) o Los Serrano (2003-2008). Parece que la figura de “gracioso” tiene continuidad en estas comedias en las que sobre todo abundan personajes zafios y de extracción social “trabajadora”.

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        Alicia Herraiz Gutierrez

        Comentó el 11/12/2020 a las 18:40:34

        Muchas gracias por su comentario, Dr. Albújar. Efectivamente, es probable que la figura del “gracioso” perviva en la comedia actual en cierta medida. Desde luego podemos identificar varios personajes cómicos que tiene en común la extracción social baja, cobardía, hedonismo, etc. Sospecho que lo que el gracioso actual no ha heredado de su padre del siglo de oro es la destreza para el juego lingüístico y donaires. Claro que eso se puede decir de todas las comedias actuales. Ya nadie insulta como Quevedo.

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      Alicia Herraiz Gutierrez

      Comentó el 11/12/2020 a las 17:18:58

      Gracias por tu pregunta, Sonia. La verdad es que para responder se podría hacer otra ponencia entera. La criada, que actúa como confidente de la dama y da la réplica al gracioso, tiene efectivamente un tratamiento algo diferente en estas obras. Es de destacar, por ejemplo, que tanto Sor Juana como Ana Caro huyen de la resolución tradicional en la que no solo los nobles contraen matrimonio, sino que también se casan los criados enfatizando además que obtienen un beneficio económico por ello.
      En estos casos las criadas se mantienen independientes e incluso rechazan al gracioso cuando hace ademán de pedir su mano.

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      Sonia Sánchez Martínez

      Comentó el 11/12/2020 a las 12:16:39

      Muy interesante, Alicia, tu ponencia.
      Quisiera preguntarte, ¿cómo se trata la figura de la criada, muchas veces ligada al gracioso, por el vínculo caballero-dama, en las obras que palnteas de “El muerto disimulado” de Ángela de Azevedo, “Valor agravio y mujer” de Ana Caro y “Los empeños de una casa” de Sor Juana?
      Gracias y saludos,

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